lunes, 19 de diciembre de 2011

UN TONTO EN EL CIELO.- Relato/ Autor: Augusto Llosa Giraldo



UN TONTO EN EL CIELO

   A mi amigo: Elioc  Coc  Aguilar  por  su
amistad y lealtad en  muchos de
                                                                            nuestros proyectos comunes.


En una tarde lluviosa de Marzo buscando un no se que inexplicable entre las arenas calcinantes del Manchán, hallé un pequeño ángel que emergía por entre el sopor que emanaba del desierto y la lluvia densa que caía. Su vestimenta ligera estaba magullada y manchada de sangre, de color azul, en tanto que una de sus alas aún sangraba levemente; no se movía.
No podía creer lo que veía; un ángel en la tierra, ¡no, no, no  podía ser una realidad, esto debe ser un sueño, una pesadilla me decía para mis adentros, preocupado; y mientras las dudas me carcomían el cerebro, el pequeño ángel comenzó a moverse lentamente; abrió sus enormes ojos color caramelo, y esbozó una tímida sonrisa como para congraciarse conmigo, y lentamente se fue incorporando.

Entonces retrocedí unos pasos, asustado, pero sus hermosos ojos me atraparon en silencio y de inmediato me vi a su lado tratando de ayudarlo. Preocupado entonces le pregunté: Qué te pasó angelito? ¿Cómo llegaste hasta aquí?, ¡Ah¡  no te preocupes, amigo, todo fue un lamentable accidente, por juguetón me caí, y ahora estoy un poco dolido nada más. ¿Pero cómo regresarás al cielo? ¡ Vaya que pregunta para más insensata, no te das cuenta que soy un ángel y que puedo volar... ¡ ah¡  claro un ángel, pero no puede ser, eso sólo existe  en los libros ... y en la cabeza de tontos cómo tú, amigo, qué recién llegas y no te das cuenta ... te equivocas, ángel porque esto que estoy viendo es una realidad un hecho palpable  qué tú no puedes negar...¡ ah¡ eres un estúpido cómo puedes insinuar  que soy un mentiroso, sí  el terco eres tú, qué has venido  y tienes problemas que resolver...¿qué problemas?, ¡vaya que cándido eres, no te das cuenta que estas en el cielo,. y que yo soy un ángel de verdad.. ¿En el cielo? ¿Qué cielo?..- Te explico humano: Este es el desierto de  entrada al cielo a donde llegan.- A dónde llegaste tú, ángel.- No, amigo.- ¿no? no entiendo, qué está sucediendo, estoy confundido, es decir ángel me has enredado... Te comprendo, hombre, pero tienes que aceptar tu realidad.- ¿Cuál realidad?  Qué en verdad tú has llegado aquí, porque hace unas horas que has muerto.



LA HUACA .- Relato/ Autor: Augusto Llosa Giraldo



LA  HUACA

Vuela retrospectivamente mi imaginación hacia el pasado como un acto de  rebeldía a todo lo que me rodea, y veo pasar desde lo alto, cómo sí  estuviera volando, muchos pueblos grandes y pequeños: escenas cotidianas de hombres y mujeres que laboran en el campo, otros caminantes en un ir y venir  presurosos que por ratos la floresta los oculta, o una cola  interminable de  vehículos motorizados qué cómo pequeñas cucarachas  recorren bulliciosas la cinta asfáltica  que cubre el tapiz de un territorio  que reconozco como mío.  Lo que no puedo ubicar bien en el tiempo, es la época, o los años que voy pasando, quiero detenerme en algún recuerdo inmóvil, pero éste  pasa como una vieja película  en blanco y negro. Insisto, quiero recordar en detalle lo vivido, hago un esfuerzo y por fin la imagen se esclarece, se cuantifica, y me veo solo en lo alto de un cerro, cavando con entusiasmo, en donde encuentro una pequeño niño momificado que ha estado allí enterrado por muchos siglos en esa Huaca  que reconozco; el niño habría tenido unos cinco años o más, y fue  sepultado  con   lujoso atuendo, un detalle: todos sus pequeños dedos de manos y pies estaban anillados, con hilos de color, junto a objetos de arcilla que el tiempo a conservado; me da miedo, medito qué hacer con él, y decido volverlo a enterrarlo en su mismo lugar como sino hubiera sido tocado,  para que los “huaqueros” no lo descubran y lo dañen. Sólo me llevé como recuerdo un pequeño amuleto de piedra que guardé por muchos años y hoy  extraño.

Reanudo mi viaje onírico por un espacio y tiempo no definido que no es fácil reconocer  a simple vista; voy divisando  con sumo cuidado los lugares poblados e inhóspitos, y al fin reconozco que son los de mi tierra; nuevamente deseo hacer un reconocimiento In situ  de un paraje,  no importa cual fuera, después de todo es mi tierra amada  y la reconozco a cabalidad. Esta vez lo consigo con mayor facilidad, y cuando voy a intentar "planear" mi aterrizaje  me doy cuenta que estoy al parecer en el mismo lugar, donde estaba la huaca, el niño de mi pasado    que no puedo olvidar, dudo, vacilo.- me interrogo: ¿será el mismo lugar?, pero me cercioro qué efectivamente es el mismo sitio,  sólo que esta vez en aquel paraje han construido  una torre para antena de televisión, que al verla ha sepultado mi  pasado e inquietud para siempre.

domingo, 18 de diciembre de 2011

UN VIAJE INESPERADO.- Relato/ Autor: Augusto Llosa Giraldo



UN  VIAJE  INESPERADO

            Para tomar una decisión inusual, en el acto hay que tener poderosas razones y motivos más que suficientes para actuar sin pensar dos veces.  Aquella mañana fresca de mayo, Oscar recibió una sorpresiva carta de manos del cartero en momentos en que se aprestaba a partir; verificó quién era el remitente y la abrió con ávido interés  y comenzó a leer en forma pausada, y lo que parecía una usual misiva se transformó en una real preocupación que le humedeció los ojos y lo llevó ha abrir la ventana de la habitación que todavía olía a ropa usada para respirar un poco el aire fresco, que lo necesitaba, y ordenar sus ideas que lo habían atolondrado un poco y cogido por sorpresa ; se sobrepuso, se fijó en la fecha de remisión de la carta y constató que habían transcurrido más de dos semanas para que está llegara a sus manos. Entonces no tuvo más remedio que preparar su equipaje, hacer una llamada telefónica a su centro de trabajo y partir al volante de su nueva camioneta. Sabía que le esperaba un largo viaje y había que tomar precauciones: lo primero que hizo fue comprar un mapa geográfico y una guía de viaje de esa región casi perdida al este del Perú; tomó un desayuno frugal y se aprovisionó de botellas de agua gasificada, bolsas de biscochos, y partió solo sin mediar explicación a nadie en particular.

            Conforme avanzaba el vehículo y los kilómetros desaparecían, transcurrieron muchas horas de viaje, y es cuando el hambre y el cansancio aparecieron  pero no le hicieron  mella; ascender el macizo central de la Cordillera de Los Andes, es tarea de cuidado para quienes por primera vez lo intentan, y en este caso, Oscar tomó sus precauciones, y así lo hizo; antes del anochecer decidió descansar en un pequeño poblado que se ubica a un costado de la carretera antes de pasar al otro lado de la vertiente andina; estaba muerto de hambre y cansado tenía que reponer fuerzas  y cerciorarse del buen estado del vehículo. Se estacionó en un restaurante en donde cenó un suculento caldo de gallina de corral, caliente  de entrada, y como plato de fondo, un bistec de carnero a la parrilla, con sus papas fritas, ensalada de verduras y una copa de buen vino para asentar la comida, que por ser bueno, se tomó tres; luego se hospedó en un antiguo hotel  que más bien era una antigua casona acondicionada para este negocio, en donde una ducha de agua caliente le repuso el ánimo, y antes de meterse a la cama, sintió ganas de leer nuevamente la carta en cuestión que le atosigaba el espíritu, y luego de vacilar nerviosamente por unos segundos se decidió a sacarla del bolsillo de su casaca de
Cuero;  con cuidado la abrió y comenzó  una lectura pausada, de
Palabra por palabra y entonces descubrió que el contenido de dicha carta era una especie de testamento que le sugería por momentos y en
Otros le daba instrucciones precisas de tal o cual cosa que debía cumplir luego de determinadas circunstancias y condiciones; fue en ese instante que recordó los mejores momentos vividos durante su  niñez y cuando se casó hace varios años y fue feliz antes de enviudar y quedar  nuevamente solo. No tuvo tiempo para tener hijos, el lamentable accidente que sufrió su joven  esposa se lo impidió, y eso le remordía como un castigo, no quiso recordar más, se recostó en la cama, prendió un cigarrillo, mientras ojeaba el mapa de viaje trazado, hasta que el cansancio lo hizo dormir profundamente sin que él se diera cuenta.

            Antes del amanecer  un potente trueno estremeció las montañas, que le hizo saltar de la cama y recordarle que ya era tiempo de prepararse para reanudar el viaje. Abrió la ventana que daba a la calle principal y pudo percibir el olor a mojado y el fresco pan que  llegaba con un viento fresco que le animó la mañana, y observar asimismo  que llovía levemente con ponderación; entonces  acomodó sus pocas pertenencias, tomó las llaves de la habitación y del vehículo y salió; al bajar la escalera de piedra se cruzó con la dueña del establecimiento que luego de saludarlo le ofreció una taza de café caliente  que él accedió amablemente, fue momento para intercambiar algunas impresiones del carretera  que ingresaba muy  cerca a la zona selvática, que él nunca había pensado conocer y tenía las peores referencias, Luego de agradecer la gentileza de la anfitriona, se dirigió al garaje en donde limpió cuidadosamente  la camioneta, en tanto que el sol comenzaba a rayar los picachos de las altas montañas, con un cielo límpido que poco a poco dejó todo vestigio de mal tiempo ; antes de partir, compró una bolsa de pan de maíz que todavía humeaba y unos tamales calientes de gallina.

            Con suerte la lluvia se disipó rápidamente y el sol brillaba resplandeciente en todo el valle agreste de la sierra, que comenzaba a descender desde que cambió de ruta; era el ingreso a la tierra caliente, llena de sorpresas y peligros desconocidos; uno a uno los ríos grandes y pequeños descendían sorpresivamente, tormentosos y cruzaban la carretera. Por otra parte, el verdor era cada vez más intenso de los inmensos campos que se abrían paso en medio de una enmarañada flora  todavía  virgen, junto a un calor cada vez más sofocante y lleno de  mosquitos y otras alimañas que  parecían salir del vientre de esta  tierra  endemoniada que no todos pueden  estoicamente soportar, muy  a pesar de la exuberante belleza que nuestros ojos pueden contemplar en estos parajes llenos de vida y muerte que es una constante diaria por sobrevivir; ninguno de estos obstáculos pudo doblegar el espíritu tenaz de Oscar, que ya se sentía más aliviado al saber que muy pronto llegaría a su destino; era solo cuestión de unas horas nada más para llegar a “Nueva Esperanza”,  poblado enclavado en la parte alta de una pequeña  colina,  junto  a dos ríos caudalosos que la cruzan y  vigilan celosamente desde la parte baja del valle.

            A estas alturas del camino, la “civilización occidental y cristiana” se vuelve a contemplar a lo largo de la ruta  con ciudades modernas, llenas de confort y tecnología que hacen palidecer a cualquier otra ciudad, que cómo “oasis” brillan llenas de cemento y sensualidad desbordante, al menos esa era la impresión que tenía Oscar, luego de ingresar a uno de los  bares que pululan por todas partes, para tomar una cerveza bien helada y contemplar a las mujeres que  atendían a los parroquianos con ropa ligera y dispuestas a toda petición de los clientes, que no se hacían de rogar para estos menesteres. Mientras una  música estridente y cadenciosa animaba el ambiente.
Las ansias por llegar le hicieron olvidar las horas, el cansancio y el hambre; cuando  al promediar las cuatro de la tarde  el vehículo hizo su ingreso a “Nueva Esperanza”, una ciudad bien trazada, de casas mayormente de madera; no le fue difícil dar con la pequeña plaza de armas, llena de poncianas y buganvillas bien cuidadas, y preguntar a un transeúnte por la dirección que traía- le señalaron – qué sólo a dos cuadras a la derecha de la Iglesia Matriz se ubicaba la calle en mención; al llegar al lugar  miró desde el interior de su vehículo que la puerta principal se hallaba cerrada y luego de vacilar unos segundos se animó a bajar resueltamente con la carta en la mano. Subió unos peldaños de la escalera de madera, y con cierto temor, tocó tímidamente la puerta, nadie contestó, pero al fondo de la casa pudo percibir que un perro  ladraba, entonces volvió a tocar y en menos de un minuto se abrió la puerta, y dentro de ella pudo observar a una mujer relativamente joven de mediana estatura, esbelta que vestía completamente de negro, cuya palidez de su rostro blanco y delicado  resaltaba con la luz del sol que le llegaba a la cara. Reponiéndose de esta primera impresión, preguntó: “casa de la familia Córdova” – si – respondió tímidamente la mujer; “soy hermano de Alberto y vengo de la costa.”  No hubo más palabras entre los dos, porque la pobre mujer se quebró en llanto y se echó a los brazos de aquel hombre que sabía que era hermano de su difunto esposo que semanas antes habían sepultado tras sufrir una penosa enfermedad, y quién antes de morir le advirtió que ella no se quedaría sola, no sólo porque tenía a sus dos hijos varones, sino porque  le tenía preparado una sorpresa que ahora ella comprendía, ya que el difunto nunca le había confiado que tenia un hermano gemelo. Pasadas las primeras impresiones y las emociones que los embargaba a ambos, Oscar le entregó la carta de su hermano que ella leyó con avidez, atención y sorpresa, y luego de invitarlo a pasar a su casa, aparecieron de pronto los niños que al verlo corrieron ha abrazarlo y a un solo grito los dos exclamaron:

- “Papá no has muerto...”                                                             

viernes, 16 de diciembre de 2011

PERFUME PERSONAL.- Relato- Autor/ Augusto Llosa Giraldo



PERFUME PERSONAL

He vuelto a oler el perfume perdido de tu traje, y me pareció nuevo,  seguramente por el tiempo trascurrido: esencia pura de flores y maderas exóticas de insuperable fragancia y gusto refinado, característica tan tuya, tan nuestra, que tiene un olor  peculiar, inconfundible qué a kilómetros podría  identificar con el suave  roce del viento, y  aunque intentaras cambiar de producto, siempre sabría probar que es el  tuyo, cómo tu muy  bien darías con el mío.

Es que esa costumbre de olernos a plenitud a lo largo de nuestro cuerpo: vestidos o desnudos nos ha desarrollado una suerte de olfato perruno  muy sensible que nos permite a lo lejos encontrarnos. No podríamos alejarnos  si acaso  uno de nosotros tratara de huir cobardemente.  Sería nuestro perfume personal  el mejor instrumento que contribuiría a la captura de uno de nosotros.  Acaso no lo has intentado mas de una vez, cuando pretendiste abandonar mi cariño, y tan pronto cómo te alejaste   te encontré bañándote en un río, ¿lo recuerdas¿ Fue tu aliento con sabor a  pomarrosa  el que me guió a tu encuentro.

De esa fecha ya no los intentado porque al parecer te has convencido que nuestro amor ha conjugado una suerte de fórmula secreta, especial no sólo con el perfume que emana de tu cuerpo, sino con la tibia brisa que baja de los montes, que al mezclarse  ésta   fluye por nuestros poros desesperadamente hasta el corazón, siendo una especie de antídoto contra el tiempo, y la inmortalidad  fugaz que se diluye. Acaso no te has dado cuenta qué cuándo orinas, silenciosamente huelo a escondidas los residuos fraganciosos que expelen tus  entrañas; excitándome hasta la erección de todos mis sentidos comunes que nos aman,  que al primer encuentro por más pequeño que este sea, se funden con el calor electrizante del amor. Amor nacido de la primera mirada que me diste  una mañana tibia de marzo, cuando el sol aún bosteza,  y yo te miraba absorto por la ventana  de mi casa. Fue inevitable,  habíamos nacido para amarnos.





CHANKILLO, CENTRO ASTRONÓMICO MÁS ANTIGUO DE ÁMERICA PRE-COLOMBINA



ESTE 21 DE DICIEMBRE HABRÁ UNA CONCENTRACIÓN POR 
EL SOLSTICIO DE VERANO EN CHANKILLO




Chankillo (escrito Chanquillo en algunos sitios web, pero muy raramente en la literatura) es un centro ceremonial y observatorio solar situado en una zona de afloramientos rocosos y rampas de arena en el valle de Casma-Sechin río de Perú áridas costeras.Sobre la base de una combinación de AMS por radiocarbono fechas y dendrocronológicos principios de dinteles habitación de madera, el sitio fue construido entre 2000 y hace unos 2350 años.Recientes arqueoastronómico investigaciones sugieren que el sitio fue creado en parte para observar el movimiento del sol durante todo el año solar, solsticio a solsticio.
Estructuras en Chankillo incluyen un templo fortificado, un área ceremonial-cívica con los edificios, una plaza, y las instalaciones de almacenamiento, y varios edificios más pequeños dispersos, dentro de un área de cerca de 4 kilómetros cuadrados. Una estructura de 300 metros de alto de una colina de largo con enormes muros, puertas y barandillas restringido es también un componente importante de Chankillo.

Trece Torres de Chankillo

Función astronómica Chankillo es una línea de trece bloques de piedra cúbica, llamados las Trece Torres, dispuestas a lo largo de la cresta de una colina baja. La línea funciona al norte / sur, pero las torres más al sur está ligeramente sesgada hacia el suroeste.
Los bloques varían en tamaño, desde 75 hasta 125 metros cuadrados y 2.6 metros de altura, pero son regularmente espaciados a intervalos de entre 4,7 y 5,1 metros. Cada torre tiene un par de escaleras que conducen a la inserción de las cumbres.

Cronología del paisaje

Dos plataformas de observación aparentemente están presentes en Chankillo, para ver al amanecer y al atardecer. Uno en el oeste se encuentra un pasaje restringido en un edificio ceremonial cerca de las torres, una en el este se encuentra en una pequeña habitación aislada en la plaza. De las plataformas de visualización, las torres marcan el rango del sol en el cielo, de solsticio a solsticio. La vista de las torres hace un imagen convincente como se puede ver en la fotografía aquí.
Alteraciones del paisaje para el seguimiento de los movimientos del sol y la luna son conocidos en América del Sur, se ha sugerido como un objetivo posible para el sistema de ceques del Inca . Cronistas españoles informaron de que había establecido varios 'sol pilares "en todo el perímetro de la capital inca de Cusco en la época de la conquista, aunque ninguno de ellos existen en la actualidad.

Arqueología de Chankillo

Artefactos asociados a los edificios y plazas sugieren una función ceremonial de fiestas recurrente en Chankillo. Flauta de pan de cerámica, figurillas de guerreros, los vasos que sirven, y abundantes restos de maíz y mariscos se han encontrado con habitaciones construidas para almacenar chicha de maíz. La plaza ceremonial tenía la clara intención de grandes grupos de personas, mientras que las plataformas de visualización pequeños estaban reservados para uno o dos individuos de la élite.
Chankillo fue investigado por primera vez por Julio C. Tello . Las excavaciones en Chankillo se han llevado a cabo por una expedición de la Universidad de Yale, dirigido por Ivan Ghezzi.Investigación arqueoastronomía se llevó a cabo por una expedición conjunta con Clive Ruggles, de la Universidad de Leicester.

 

miércoles, 14 de diciembre de 2011

LUZ ÁMBAR .- Relato/ Autor: Augusto Llosa Giraldo



LUZ   AMBAR


             Caminábamos distraídos y un poco presurosos por una senda angosta de tierra dura, cuyo borde estaba rodeado de yerbasantas que expelían un aroma fragancioso y penetrante; pacaes y sauces, mientras que en el cielo pendía una luna llena resplandeciente, debajo del cual se vislumbraba su luz en perspectiva de norte a sur. Asimismo  se podía divisar claramente el campo lleno de roció,  y  escuchar el clásico croar de los sapos en la orilla de una acequia.

Era una madrugada de un día de verano, cerca de las cuatro, el pequeño grupo se desplazaba distraído en tanto que yo conversaba con mi  hermano menor, cuando de pronto pude observar en el cielo una titilante luz que “corrió”  sorpresivamente y se detuvo. Pensé: ¿debe ser un avión?- Seguí observando, mientras los demás no se percataban de lo que sucedía. El punto de luz  ya fijo en mis ojos volvió a correr en zig zag,  y a gran velocidad se detuvo nuevamente. Había crecido en tamaño, entonces me dije: ¿un avión no se detiene en el espacio y tiene esa rara luz que atrae?- ¿y sí fuera un satélite, tampoco? ¿Qué será entonces, me pregunté? Era evidente que me impresionó su característica y color muy extraño.

              Seguimos avanzando, mientras en silencio caminaba con la mirada puesta en el cielo, abstraído completamente de los demás, en tanto que el objeto de luz crecía y crecía a cada instante. A estas alturas de mi sorpresa no pude contener mi  emoción, o miedo que nunca logré definir, entonces, levantando la mano, grité: “Miren allá arriba, en el cielo”. Nos detuvimos entre sorprendidos y asustados, contemplando maravillados de  lo que parecía ser una nave  que emitía una luz multicolor  que iluminaba todo el firmamento.  La impresión fue tan grande para nosotros que al  verlo  relativamente tan cerca, el miedo  paralizó a mis acompañantes,  y a otros optaron por   buscar refugió dentro  de la acequia que por ese entonces estaba seca, sin agua. Mientras que yo  deslumbrado  y  perplejo  solo atiné a decir: “Es un Platillo Volador y nos va a llevar”.

La extraña  nave silenciosamente aumentaba  en tamaño y cambiaba de colores, cuando de pronto se detuvo girando de izquierda a derecha irradiando una luz metálica muy intensa que oscilaba entre el color ámbar, amarillo, violeta, rojo, azul... bastaron unos segundos para que de un ¡Zas¡ repentino y fulgurante desapareciera del firmamento a


 La velocidad de la luz  que nosotros los humanos aún no hemos logrado  desarrollar, a pesar de toda la tecnología existente en la actualidad.

Fue un avistamiento espectacular, jamás imaginado por nosotros, y siempre que hemos tenido  ocasión de recordarlo, nos hemos sentido privilegiados por esta inolvidable experiencia  que pocos humanos han vivido, y estoy seguro que nunca más podré presenciar otro igual.







EL ÚLTIMO AMANECER/ Relato de Augusto Llosa Giraldo





EL ÚLTIMO AMANECER

    Un leve viento madrugador recorrió agonizante los últimos cobertizos y refugios conocidos de aves y animales salvajes de las especies màs raras que asustadas despertaban de su sueño; los sobrecogió a todos y en su afán instintivo, animal algo les decía que debían partir de inmediato. Así lo hicieron: las aves multicolores levantaron vuelo cuando los primeros rayos del sol dejaban filtrar sus hebras de oro y los cubría resplandeciente. Era hermoso divisar este inusual juego de luz que cegaba; mientras las bestias grandes y pequeñas alborotadas provocaban una estampida desordenada, crucial en aquella selva virgen del llano amazónico, animado bulliciosamente por un griterío estridente de los mil diablos de toda clase de pajarracos, simios y animales que en dirección norte corrían, trepaban, volaban desesperadamente. Era estremecedor contemplar está abrupta decisión jamás convocada en la historia de los animales.

   El tumulto inesperado cogiò por sorpresa de igual manera a los integrantes de una tribu que poblaba selva adentro; tuvieron tiempo para coger sus pocas pertenencias y echarse al río en sus pequeñas embarcaciones cuando por un poco la estampida los coge dormidos, ya el brujo lo había anunciado días antes que nadie creyó. Ahora lo habían perdido todo sin entender aún que es lo       que había pasado en su territorio tan lejano y abandonado por las autoridades de los gobiernos que han pasado en la historia, y el hombre moderno y su mezquindad a cuesta.
Las rústicas barcas apenas pudieron cobijar a todos los niños, las mujeres y los ancianos; la mayoría de los varones tuvieron que echarse al agua sobre troncos de árboles secos y navegar sobre ellas. Era un éxodo fluvial no anunciado que maldecían en su lenguaje poco conocido, sus caras configuraban una evidente preocupación ya ansiedad por conocer el origen de su tragedia. El brujo conocedor de sus limitaciones  sólo atinaba a mirar y callar aquella fuerza desconocida que los envolvía a todos.

    La estrepitosa huída de toda especie cubrió una amplia zona de la jungla que abarcaba muchos kilómetros a la redonda; en tanto el terreno temblaba en medio de un ruido ensordecedor, y una floresta enmarañada que en pleno movimiento parecía querer huir, cuando el sol asomó a plenitud, y vio preocupado este laberinto mortal que para muchos animales pequeños fue su tumba segura.
Cuando la distancia separó a todos de su hábitat  natural y parecía que todo era una entupida decisión irracional, se comenzó a escuchar un leve sonido entre el susurro del viento y los árboles abandonados que se mecían vacíos,  completamente deshojados; era un pájaro mecánico que volaba raudamente y que poco a poco cubrió todo el entorno del espacio silente que moría, en medio de un territorio destrozado que minutos antes había muerto.

     Era el último amanecer disfrutado a plenitud por aquellos seres desprotegidos de su mundo habitual- ahora condenado- por el progreso inconsciente del hombre y sus absurdos intereses que nunca terminan saciados.




RÍO NEGRO / Relato de Augusto Llosa Giraldo

RÍO NEGRO

           La arenisca  caliente y terrosa  se  levantaba  en grandes proporciones en aquel terreno desértico que bordeaba la costa agreste; no había un solo elemento viviente en muchos  kilómetros a la redonda; Sólo la estela turbulenta de la camioneta denotaba presencia humana en aquella senda virgen que se habría paso con grandes dificultades, en medio de un día soleado de marzo; Oscar, iba al volante sudoroso y concentrado que con gran habilidad sorteaba cada uno de los obstáculos en aquel paraje intransitable lleno de baches, curvas y pendientes peligrosas;  Había decidido cortar camino por un trecho poco conocido qué sólo los más intrépidos  aventureros podían desafiar  en épocas de verano. Tenía que llegar al lugar indicado antes de la puesta del sol.
La ruta inevitable que había emprendido era larga, desprovista de poblados, sólo en parte el mar se veía reluciente, azul, para luego desaparecer por entre los inmensos cerros  oscuros, luego aparecía el desierto inmenso, mudo  a semejanza de una mesa áspera sin pulir, ondeante por entre dunas hermosas, que de trecho en trecho aparecían  como medias lunas despeinadas por el viento proveniente del mar.
Había partido al mediodía luego de una mañana agitada de compras, encargos, y la compañía del Dr. Joaquín Bataglia recién llegado del extranjero, quien  lo había contratado como chofer, para traer de regreso a todos los expedicionarios de la Misión Científica que él dirigía de una connotada Universidad Europea; fue muy explícito en sus recomendaciones  y bondadoso en el pago de su servicio, lo cual entusiasmó  y lleno de  valor a Oscar. No era la primera vez que lo hacía  sólo que esta vez   la ruta que había tomado era más corta  para el tiempo señalado, por lo que tenía seguridad en hacerlo muy pronto para cumplir con su cometido.

            La expedición arqueológica había cumplido los plazos señalados de trabajo, en una zona costera del litoral casmeño, cuyos resultados nada halagadores impidieron una nueva autorización oficial; situación que incomodaba al Dr. Bataglia  que no dudaba en retornar pronto a su país. Las expectativas formuladas en este proyecto fueron muy difundidos por la prensa especializada tanto del país, como en el exterior, lo cual comprometía el prestigio alcanzado del profesional en su calidad de director, que de regreso al Perú sólo atinó a señalar , ante el requerimiento de la prensa, qué por falta de presupuesto la importante misión  había suspendido sus labores, que por más de quince  meses de ininterrumpidos trabajos había desarrollado en “El Huaro”  en busca de una ciudadela pre-inca, que según los estudios se encontraba sepultada entre los arenales.
El viento fuerte calcinante de la costa, que todas las tardes azota con dureza los extensos desiertos del norte, impide ver con normalidad un trayecto cualquiera; la arena y el sopor que agobia a tan altas temperaturas no era impedimento para que el joven chofer dirigiese su máquina con seguridad por aquella marginal pocas veces transitada.
La jornada era dura, lo cual exigía el mayor esfuerzo, que no dudaba en lograr; hacía dos horas que había iniciado el viaje, y aún faltaba un poco más, en tanto que la tarde caía sobre el poniente y los primeros signos de calma se dejaban notar. Solo el ruido característico del motor rompía el silencio aparente que se ceñía sobre aquel terreno desolado.
Conocía el peligro que entrañaba aquella decisión de vadear la carretera para cortar el trayecto. Sólo el instinto audaz podía asegurar que el éxito le sonreiría una vez más. De pronto el atardecer  lo fue envolviendo lentamente, tuvo que moderar la velocidad del vehículo para no cometer alguna imprudencia lamentable. A estas alturas del camino se comenzó a preguntar.- ¿no habré cometido una imprudencia  por pretender ahorrar tiempo? pero que se puede hacer.- se dijo.- Sí  ya estoy cerca al lugar  y con un poco de suerte llegaré en unos minutos más. Los faros iluminaban  con dificultad los estrechos senderos qué en la medida que la noche se acentuaba, no podía divisar; el terreno de pronto cambió su configuración y  era muy peligroso continuar; los neumáticos violentamente saltaban, hasta que en una curva pronunciada al girar el timón, éste se quedó plantado produciéndose  una fuerte explosión qué por poco se voltea. ¡No doy más¡.- se dijo .- tengo que forzosamente esperar que amanezca para reparar el daño y continuar. Repuesto ya del susto se dio cuenta que estaba bañado en sudor, de arena que le cubría todo el cuerpo, y que le incomodaba tremendamente. Tomó un bidón de agua que llevaba, se desnudó en medio de un cielo transparente que lo envolvía, y lentamente se fue bañando de a pocos con un vaso, hasta que el alivio le colmó el espíritu.

              A esas  horas un silencio sepulcral endurecía el ambiente natural que lo protegía, atenuado de rato en rato por una suave brisa con olor a mar que corría de sur a norte. Ello aliviaba en parte la desazón que le embargaba, en momentos en que el hambre le hacía comer unas galletas y beber una gaseosa con aparente satisfacción. La dureza del camino comenzó a manifestarse en su cuerpo, con fuertes dolores de espalda y brazos que le obligó a descansar para relajarse .- Voy a dormir como una marmota para levantarme temprano¡.- Murmuró entre dientes.- Para ello prendió la radio y  escuchar un poco de música que le permitiera despejar su mente, y cuando ya se disponía a cerrar los ojos, sintió ganas de orinar, entonces, abrió la portezuela de la camioneta  y salió a campo abierto, dejando la radio escuchar una conocida melodía que corrió  en el  ambiente; lo recibió  un viento esquivo que a intervalos lo acariciaba dejándole una sensación indescriptible de tranquilidad y sosiego que nunca había experimentado. Sorpresivamente levantó la mirada al cielo y quedó maravillado, atónito al contemplar la majestuosidad de la noche estrellada que en su más mínimo detalle se dejaba divisar. Fueron segundos o quizás minutos que permaneció inmóvil, anonadado, embelesado por aquel espectáculo sideral inusual que de pronto fue roto por una tenue luz  que se extendía cada vez más, con un color dorado intenso, a unos quinientos metros o más hacía al norte. Su sorpresa fue tan grande que no podía creer lo que sus ojos veían, era algo así como una llamarada localizada detrás  de una colina que con mucha nitidez  se podía contemplar; pasmado tardó unos instantes en cerciorarse sí estaba dormido o despierto, movió la cabeza a todos lados, cómo tratando de buscar ayuda, pero nada. Estaba solo en aquel paraje solitario. Entonces sus ojos volvieron a mirar la deslumbrante luz  con más confianza que lo atraía, lo embriagaba.
No lo pensó mucho y armado de valor, decidió ir al encuentro de aquel misterioso resplandor de grandes proporciones que lo atraía como imán.
Se acercó al vehículo, apagó la radio y cerró la puerta con sumo cuidado, y comenzó a caminar con cautela, pero resuelto a conocer la verdad de aquel fantástico suceso.

            Lo inexplicable tiene el beneficio de la duda, cómo creer en algo que sencillamente no era posible que existiera, pero los hechos en ese momento eran evidencia palpable.  Cómo explicarse y creer,- se decía.- Oscar, mientras avanzaba cautivado con firmeza, puesto los ojos fijos en está luz etérea muy rara que le daba una brillantez extraña. Sigilosamente se fue acercando al borde del médano arenoso que la protegía, y comenzó a trepar lentamente, y cada vez que daba un paso se hundía, pero luego de mucho esfuerzo logró llegar a lo alto; y grande fue su sorpresa, que lo obligó a caer de rodillas, sudoroso, al contemplar al fondo un valle una ciudadela de grandes proporciones que parecía arder, mientras del cielo caía una lluvia repentina de luces fugaces que inmediatamente desaparecían. Absorto, maravillado se dejó conducir rápidamente a grandes pasos por una senda empedrada que daba acceso al interior del complejo arquitectónico. Su intrepidez quedó complicada  luego de cruzar por una de las inmensas puertas de la alta muralla protectora, al descubrir interminables callejuelas estrechas que desembocaban en amplias avenidas simétricamente trazadas por una inteligencia superior, desconocida qué no podía explicarse en esos momentos, además sus escasos estudios le impedían conocer más; siguió caminando por plazas y calles  bellamente adornadas con colosales monolitos propios de una cultura muy desarrollada e ignorada hasta entonces; cansado y vencido por el natural miedo humano, se decidió ingresar al interior de uno de los suntuosos y magníficos palacios que de lejos se divisaba. éste se ubicaba en lo alto de una meseta que dominaba con todo su esplendor el valle; la escalera de ingreso estaba finamente labrada en roca viva en forma de S de unos cincuenta metros de largo por unos tres metros de ancho, el frontis principal  descansaba  sobre una plazoleta de forma concéntrica toda adoquinada con piedras ovoides de colores diversos; la construcción tenía paredes de granito o algo parecido de dimensiones asintóticas, con figuras llamativas en bajo relieve que sobre la puerta asemejaban ser eternos guardianes; el más terrible parecía ser la mirada de un cóndor gigante que con sus alas abiertas daba la sensación de querer atacar.  Había también jaguares, pumas y peces extraños que en todo el contorno del salón  principal parecían vigilar. En la parte alta se hallaba un santuario al que había que  por una escalera de mármol color  Rosado. éste tenía pequeños terraplenes en tres niveles, todos en forma de U , en la parte central se alzaba la figura de un deslumbrante disco solar de oro macizo, de unos tres metros de diámetro, que con sus espigados rayos cubrían casi toda la parte lateral del edificio; en estas  circunstancias, Oscar no pudo contener  la emoción, y en un extraño éxtasis que lo embargo, se abalanzó sobre un conjunto de estatuillas de oro de todo tamaño que se encontraban sobre los terraplenes.- al parecer.- eran ofrendas sagradas dejadas en señal de veneración que el intruso no supo valorar, ni menos comprender en ese momento.
La magnificencia del aposento y todos los lugares brillaban con esa luz misteriosa que lo resplandecía todo, y permitía observar con todo detalle a grandes distancias; Era sencillamente, o extrañamente, extraordinario, fantástico...
           
              La madrugada asintió sus primeros resquemores permitiendo que el alba dejara filtrar su primer atisbo de luz, y se hizo la mañana.
Qué había sucedido con Oscar, luego que amaneció,  que fue  hallado perdido en estado inconsciente, luego de una intensa búsqueda  por entre los arenales cercano al mar, con los ojos desorbitados y balbuceando palabras incoherentes, señalando a cada rato con el dedo índice un lugar llamado: “Río Negro” que el repetía sin cesar. Antes de ser internado en un hospital siquiátrico de la Capital y ser abandonado, se le encontró en uno de sus bolsillos una pequeña estatuilla de oro de incalculable valor que el profesor Bataglia ocultó, y se lo llevó a su país como único recuerdo de su frustrada expedición, y que hoy se exhibe con orgullo  en el museo de la Universidad; catalogado con el nombre de: “Cultura Río Negro.- Período Formativo Temprano.- 1,800 años a.d.c – Casma – Ancash – Perú.






lunes, 5 de diciembre de 2011

CHIQUITIN .- Relato/ Autor: Augusto Llosa Giraldo

                            
CHIQUITÌN

           
            Para los compañeros que lucharon por un
            ideal  en  busca  de  justicia  y  libertad;
            ofrendando su sangre con el cual está regado
            el futuro de nuestra Patria.  Y para quienes
            todavía los barrotes de la prisión le niegan su
            Libertad  que jamás será vencida.
            Y, para los compañeros Chilenos que
            desafiaron a la dictadura, y hoy reclaman
            Su Libertad…


El fuego cargado de rayos, parecía partir la tarde, en tanto que la lluvia estrepitosa caía sin cesar sobre esta tierra adoptiva que nos acoge, y que  hacia correr a todos aquellos que no estaban preparados para soportar sus efectos devastadores.
La puerta principal de entrada se encontraba entreabierta, mientras los custodios se guarecían en una pequeña caseta de vigilancia, ubicada a un costado del enorme edificio de la prisión;  en esas circunstancias “Chiquitín” , un viejo perro chusco todo mojado y asustado por los truenos, ingresó silenciosamente al Pabellón de Presos Políticos sin que nadie se diera cuenta para impedirlo.
Al encontrarse dentro del recinto carcelario comenzó a husmear y a buscar comida, tenía hambre, y fue bien recibido por los internos, quienes lo llamaban por diversos apelativos, otros  querían cogerlo  para acariciarlo, pero era muy arisco para  estos tratos que nunca había recibido; otros le ofrecían comida, incluso pescado seco, etc. Comió de todo y cuando pudo saciar su voracidad canina, pero siempre cuidando una distancia prudente. A todos nos alegró está inusual visita que por años no teníamos ; pero llegó la noche inevitable, y es cuando los alcaides comienzan a cerrar todas las puertas-rejas que existen en cada pabellón, y “Chiquitín”  cómo se le bautizó, quedó atrapado  como un preso más dentro de  ese inmenso local siniestro de  dimensiones concéntricas.
Las horas corrían y cuando la mayoría de los internos descansaban, de pronto el perro comenzó a ladrar y a correr por todos los pasillos del pabellón, desesperadamente y a aullar con gritos lastimeros  sin parar,

 Hasta que se paró juntó a la reja de la entrada principal y lanzó un  ladrido desgarrador que conmovió a todos. No había caso, lo único que  teníamos  que hacer era  llamar al servicio de guardia que se apostaba afuera, y pedir que lo saquen para que se calle y todos podamos                                              
dormir.

Y así  fue, el delegado general del sector, dio la voz de inicio y todos los internos a un solo grito tuvimos que llamar a los custodios, quienes luego de unos minutos de intenso llamado, reiterado, hicieron su ingreso creyendo que era una emergencia médica habitual, de rutina, pero grande fue su sorpresa al constatar que era para “liberar” a un perro, y no podían explicarse cómo había  ingresado a  dicho lugar inaccesible para cualquier humano común y corriente, con todas las medidas de seguridad que contaba el penal de Máxima Seguridad del país.
Esta actitud aleccionadora del perro sensibilizo a todos  los presos; nadie más habló después, el silencio era elocuente.
Esa noche muchos de los internos soñaron con su Libertad, y yo fui uno de ellos.