jueves, 13 de marzo de 2014

ÓRDENES SON ÓRDENES.- Autor: Eduardo Ayala Vera


ÓRDENES SON ÓRDENES


Había llegado al cuarto de secundaria con un precedente muy bueno, al punto que la misma dirección del Colegio me ratificó como policía escolar ese año. Siempre me gustó la disciplina y que los demás me obedezcan, dirigir a grupo de personas y eso lo llevé siempre a las aulas. Ya antes había llegado a ser brigadier general, en mi anterior colegio; todos los brigadieres y policías escolares del “Salvador Allende”, estaban a mi cargo y eso me hacía sentir importante. Ya un año antes se había introducido las rondas por parte de los Policías escolares, quienes servíamos de apoyo a los auxiliares destacados a este Centro Educativo, que en total sumaban, dos en el turno de la mañana y dos en el de la tarde. Era una disposición de la dirección que salgamos a darnos vueltas por todo el Colegio y no permitir que los alumnos pernocten fuera de sus aulas; siempre y cuando nos encontremos dentro de nuestras horas libres o cuando algún docente no asistiera a clases.
Siempre hacíamos las rondas de dos, y mi amigo Alfonso Puelles, más conocido como “El Gringo” - Un alumno, de regular para abajo; poco tímido con las chicas y de espíritu emprendedor, que por esos azares del destino llegó a ser miembro de nuestra policía nacional – era el indicado para acompañarme. Las coordinaciones se hacían precisamente con los auxiliares, quienes ejercían un poder de mando sobre nosotros (unos más que otros, por su abusivo proceder). Era inicio de semana y nos intercepta el Sr. Lomparte, su avanzada edad o su apariencia de serlo imponía cierto respeto, por lo que era difícil negarse a lo que este Señor perteneciente a una conocida familia casmeña, dispusiera:
-          ¡Jóvenes Policías! - Necesito que se acerquen a la “H” y le digan a los alumnos que se encuentran afuera de su aula que pasen.
Por ser el alma mater, nuestro centro educativo era uno de los más grandes y por ende concentraba al mayor número de alumnado en nuestra ciudad y cada año contaba con secciones de acuerdo al alfabeto, tomando en consideración, las edades, su capacidad como alumnos, etc.
-          Por un momento nos quedamos callados, sin reaccionar…y cuando nuestro auxiliar se ha retirado, vinieron las expresiones irremediables:
-          ¡Qué!. ¿A la zona prohibida?. – ¿Has escuchado Alfonso?...
La zona prohibida, así bautizada por los propios alumnos y algunos docentes, por tratarse de la última sección del quinto de secundaria, donde se encontraban los alumnos más “vagos” del colegio, la mayoría bordeaban los 20 años y muchos de ellos tenían su prontuariado en la dirección (suspensiones, expulsiones transitorias, innumerables llamados de atención, broncas cotidianas, en fin). Era un lugar, alejado de las demás aulas. Casi, casi se había creado un límite ficticio, el cual nadie quería cruzar, por motivos justificados. Era como cruzar, cercos de espinas y estratégicas zonas minadas, a donde ningún atrevido u osado brigadier o policía escolar se atrevería a traspasar.
-          Nos quedamos mudos por un instante, ambos nos miramos – entre indecisos y asustados; queriendo que se revoque esta orden en ese instante, pero el Sr. Lomparte ya no estaba y como decían siempre nuestros superiores, desde cuando estuve en el primer año de la secundaria, en que fui por primera vez, un privilegiado con cordón en el hombro izquierdo o tal vez – y mejor dicho – un sacrificado con uniforme y nada más. Ordenes son ordenes.
-          Ambos nos miramos por un momento, por nuestras mentes pasaron muchas ideas. Incluso la idea de hacernos los locos e irnos por ahí, para luego regresar a nuestras aulas. La decisión al final sería de nosotros, pues algo nos hacía dudar de acatar aquella orden, por tratarse de evadir una responsabilidad del mismo auxiliar, pues aquella acción le correspondería a él y no a un par de débiles y muy novatos policías escolares, ya que aquella área del colegio, era reservada sólo para docentes y auxiliares, pero el deber se imponía ante nosotros y como reitero, alguien en nuestras enseñanzas nos transmitió, al decirnos: Ordenes son órdenes…
-          Pasaron los minutos y no atinábamos a nada; nuestros corazones empezaron a palpitar más aceleradamente y nuestras manos pese al calor reinante de nuestra tierra, se sintieron frías. Y casi, como por un acto reflejo ambos iniciamos un recorrido visual inesperado a nuestro alrededor y logramos divisar, el rostro del Sr. Lomparte que se asomaba de entre una de las paredes de la dirección, como observándonos; pero que al cruzarse con nuestras miradas, repentinamente se escondía…
Sin más remedio, caminamos hacia la “zona prohibida” y en efecto, parecía otro mundo, la bulla era ensordecedora, todos hacían lo que querían, los rostros disímiles hacían recordar algún reclusorio juvenil, nadie permanecía en su aula, y de ninguna manera causamos el efecto que dábamos en otras secciones quienes al  ver a policías escolares, cuando estamos a algunos metros todos súbitamente ingresaban a sus respectivas aulas. Y cuando ya nos encontrábamos a escasos treinta metros de la puerta de entrada del aula, alguien se nos acerca:
Tenía una apariencia un tanto tétrica: el ojo izquierdo medianamente gacho, de contextura delgada, el ceño fruncido, sus pasos eran desafiantes, una cicatriz que se imponía en parte de su cara, partía precisamente del ojo izquierdo, en el brazo derecho se distinguía un tatuaje bien pronunciado con la imagen de una chica semi desnuda  y de seguro que pasaba los veinte años.
-          ¡Que pasa muchachos!... Por un momento enmudecimos.
-          Habló Alfonso; quien había cambiado de color en ese instante.
-          ¡Nada amigo!. - ¡Sólo somos portadores de un mensaje!. (rápidamente entendí la respuesta astuta de  Alfonso).
En ese momento, aquel muchacho (que más parecía un delincuente requisitoriado), soltó una sonrisa burlona y hasta cómplice.
-          Bueno hablen ya!-¡Qué mensaje! . (cambiando su tono de voz). Un tanto más agresivo.
-          Alfonso. Ahora sí se quedó mudo.
-          Cuando repentinamente y como si hubiéramos estado conectados mentalmente. Le respondí: ¡Dice el Sr. Lomparte que por favor entren a su aula!...Alfonso, dentro de su transe de conmoción total voltea y me mira asombrado.
-          Y de repente, el muchacho suelta una estruendosa risa y me contesta con una voz lúgubre y desafiante:
¡Dile al Sr. Lomparte que si es tan hombrecito que venga el mismo y nos haga entrar!.
Ambos hemos dado media vuelta y hemos regresado como tormentas tropicales a nuestras respectivas aulas, sin poder contarle lo sucedido a nuestro auxiliar; al estricto Sr. Lomparte, quien seguramente yacía temeroso en la dirección y quien tuvo menos valor que nosotros. Y gracias a ello, aprendimos que no siempre se debe  acatar a toda costa una orden, sobre todo si está de por medio nuestra propia seguridad personal.


                                                                            Casma, 16 de Julio 2010.




NOTA:

Abogado y escritor casmeño. Son sus padres don José Luis Ayala León y doña Carmen Norma Vera Balarezo de Ayala (fallecida). Es el segundo de tres hermanos. Realizo sus estudios primarios y secundarios en Casma. Sus estudios Superiores los realizó en  Lima, graduándose como abogado en la Universidad de San Martín de Porres, es aquí donde afianzó su amor por las letras, participando en diversos círculos literarios como “Hora Zero”, “Zoociedad”, “Valium”, “Vade retro”, “Galera”, “Lumem Gentium”.
Ha sido Presidente de la Asociación de Escritores y Poetas de Casma. Es integrante de la Casa de la Cultura; asimismo, integra la Asociación de Escritores y Poetas de Ancash (AEPA), la Asociación de Periodistas de Casma y la Federación de Escritores del Perú. También ha sido docente  de diferentes instituciones educativas de Casma y Chimbote. Presidente de la Asociación de Abogados de la provincia de Casma, Director Académico del Centro para la Investigación del Derecho – CID, Presidente Honorario de la Asociación Pro Derechos del Ciudadano – APRODEC, Fundador y principal promotor del Instituto “Cultura y Desarrollo”, Procurador Público en las Municipalidades de Casma y Huarmey, entre otras.  Es diplomado en Derecho Civil, en Gestión y Administración Pública. Especialista en temas Municipales, Laborales y Administrativos. Siguiendo actualmente una maestría en Derecho.

II.- OBRAS PUBLICADAS:

Ø  1992-1995 (etapa universitaria): “Malparidos i reverentes” (plaqueta),  “El Viaje” (cuento), “Eructos y desvaríos”(plaqueta), “El Origen y el Fin” (cuento), “Poemas de una Semana” (participante en Concurso Nacional de la Asociación Peruano Japonesa).
Ø  2000 “Sueños de Verano” (plaqueta).
Ø  2001 “Apuntes de Junio” (plaqueta).
Ø  2002 “Letra Urgente” (plaqueta).
Ø  2003 “La Cintura de Afrodita” (Primer Poemario).
Ø  2004 “De cuando el Amor es un ave” (plaqueta).
Ø  2006 “Alegoría de tu Presencia” (poemario).
Ø  2007 “Eros o las deidades del Eclipse en tus labios” (poemario).
Ø  2008 “Seis” (plaqueta).
Ø  2008  “Versos para un Ángel” (plaqueta).
Ø  2008 “Escritos para Carmen” (poesía, crónicas y pensamientos).
Ø  2011 “El Ocaso de los Sentimientos” (cuentos).





lunes, 10 de marzo de 2014

TAÍTA MÍRAME EL DIENTE,. Cuento: Versión Popular.


TAITA MÌRAME EL DIENTE


(Cuento)



Y el viejo Matías, empezó así su relato:

"Ya casi era de nochecita, cuando los arrieros decidieron acampar debajo del cerro Manchán.

Después de descargar las piaras compuestas de mulas y burros, amarraron a las bestias para que no se espantaran. Sacaron las talegas de fiambre y los chifles y se sentaron a merendar, después sacaron las botellas de anisado y se pusieron a beber.

De pronto - Ña, Ña, Ña, Ñaaa — Se escuchó el llanto de un niño desde la oscuridad.

Casi todos aguaitaron en medio de la oscuridad de la noche, tratando de ver de donde  provenía el llanto; pero como el llanto se oyó mas cerca y mas desesperado, don Floro, el dueño de la piara, comentó - Yo he visto que nadie vive por aquí, seguro que algún caminante ha acampado cerca de nosotros.

- Y qué modo de gritar del churre compadre, si se  me escarapela el cuerpo al oírlo - dijo uno - - Parece el llanto del mal de los siete días - agregó otro - Después siguieron conversando, diciéndose que seguramente la criatura estaba sola, pues no se oían voces ni pisadas en la soledad del  campo. Alguno opinó que se le había caído a alguna viajera y no falto quien supusiera, que alguna madre desnaturalizada lo hubiera abandonado.
Don Floro, hombre cristiano y comedido, propuso que lo mejor era ir a buscar y recoger a la criatura y sin pedir ni esperar que otro lo acompañe, cogió su poncho y tomó el camino de donde venia el llanto.

- Ña, Ña, Ñaaa! - lloraba con mas fuerza la criatura.
- Parecía que "aquisito" nomás estaba, se iba diciendo mientras caminaba, dándose cuenta de que se alejaba ya regular distancia.

Al fin, detrás de unos arbustos, distinguió un bulto blanco donde se encontraba envuelto un bebé recién nacido. Don Floro, cogió a la criatura y con mucho cuidado lo envolvió en su poncho, emprendiendo el camino de regreso.

Al apretarlo contra su pecho en humano afán de protección, reparó en que el niño ardía en  fiebre - Angelito de Dios  - comentó en voz alta, entonces oyó que el recién nacido reía a carcajadas.

Extrañado de que hiciera esto un recién nacido, lo miró por la boca del poncho y vio horrorizado que la cara del muchachito coloreaba como la candela; los ojos le relampagueaban y un aliento repugnante le salía de la boca adornada por un colmillo que le llegaba hasta el pecho, al tiempo que le decía con voz ronca: 
Taita, mírame el diente! 

- Ave María Purísima exclamó don Floro aventando a la criatura y santiguándose. Al caer la criatura al suelo, se hizo una verdadera candela, de la que salio el mismísimo demonio, con sus cachos, su rabo, sus patas de cabra y despidiendo olor a azufre.

Antes de desmayarse, don Floro oyó que el maligno le decía:
- Gracias a que llevas puesto el escapulario de Magdalena, no alzó contigo!
Al poco rato, llegaron sus compañeros que salieron a buscarlo muy preocupados y lo hallaron en el suelo echando espuma por la boca, pero bien agarradito de su escapulario.


(Versión popular)



  

martes, 4 de marzo de 2014

UNA HISTORIA IMAGINADA.- Poesìa. Autor: Augusto Llosa Giraldo


UNA HISTORIA IMAGINADA






Puedo suponer que soy un estúpido vagabundo
que teniendo todo, no tiene nada.
O puedo alucinar que soy un millonario reencarnado
en un pobre calato, hoy mendigo.

Y sí hubiera sido un profeta maldito quemado
en la hoguera qué su pensamiento a trascendido?
También pude haber sido todo y nada,
cómo podría haber sido nada y todo.

Imagino que voy casi volando  por el lindero
supra personal de tu entorno  y me acerco
tímidamente para percibir tu aliento
con sabor a yerba luisa
que me anima el espíritu
y  eriza mi carne, y eso que
apenas sí soy una pequeña
mostacilla en la palma
de tu mano que a un
leve suspiro puede
volar - ¡Sí¡ volar¡
por tu imaginación
cómo tú gravitas
en el mío.

Los cobardes que me odian pueden intentar quitarme,
arrebatarme todo lo que tengo, pero  nunca
podrán robarme tu historia, tú silencio
cósmico, tú inolvidable sonrisa
que construye castillos en el
aire con un pequeño
 gesto.

Por qué nadie cómo tú
podría silenciar al
trueno, ni detener
al tiempo
con un
soplo.