martes, 24 de mayo de 2016

CARTA DEL LIBERTADOR DON JOSE DE SAN MARTÍN AL CASMEÑO ANDRES MEJÍA.


CARTA DEL LIBERTADOR  JOSÈ DE SAN MARTÍN AL CASMEÑO ANDRÈS MEJÍA 




“Señor Don Andrés Mejía. Huacho, Noviembre 15 de 1820, mi apreciado paisano y amigo.

Por el orden natural de las cosas la América no podía eternamente ser esclava; y si sus ilustrados, mientras eran impotentes para sacudir el yugo, tenían que soportarlo haciendo violencia a sus sentimientos, luego que se ven protegidos y en actitud de manifestaros, es un deber de todo ciudadano que ama a su Patria contribuir a su libertad del modo que sea más beneficiosos a ésta y, ahorrar en lo posible la sangre de sus hermanos con pronta decisión”.

“Estoy informado de que Ud. es uno de aquellos americanos dignos de este nombre, que hace tiempo suspiran por el día afortunado en que su país salga del estado de envilecimiento y degradación, y que lo tenía desunido al opresor sistema colonial (subrayado nuestro) y se eleve al rango que por su opulencia le corresponde entre las naciones civilizadas. Este día tan temido por los tiranos, tan deseado por los hombres de todos los países que abrigan en su pecho sentimientos liberales, ésta muy próximo y espero que los habitantes de esa provincia cediendo al impulso de su patriotismo levanten el grito contra la tiranía, depongan a las autoridades españolas antes que se aproximen las tropas que destinó a proteger su libertad, y se presenten al orbe, y a sus hermanos de América en la actitud de hombres libres”. 

“Este es el momento de recobrar los preciosos derechos que la naturaleza concedió a todos los seres inteligentes; esta sea la oportunidad en que usted debe trabajar con empeño, con entusiasmo, con actividad y decisión, para fijar la suerte de su país, para hacerse acreedor a las distinciones que la Patria dispensa a sus hijos predilectos, y aspirar a la gloria inmarcesible de ser contado en el número de los libertadores del Perú, de los héroes de la Independencia”.

“No dudo que usted contribuya por medio de su influjo, y relaciones y cuando esté a su alcance a acelerar el día en que todos vivamos libres, tranquilos, felices, bajo el imperio de la ley promulgada por un gobierno formado por nosotros mismos.

Vamos trabajando paisano; piden ustedes las armas, municiones, y demás que necesiten; y en el momento serán asistidos, conforme a los deseos que animan por el bien de sus dignos habitantes.


A  mí afectísimo paisano y amigo.


 José de San Martín 
    (una rubrica). 



NOTA:

Don Andrés Mejía Maguiña, fue familiar del Primer Gran Mariscal del Perú Don Toribio de Luzuriaga y Mejía, que  en 1820 le dirige la carta en mención el Libertador Don José de San Martín.




UN CINEFILO DE ALTO VUELO.- AUTOR: AUGUSTO LLOSA GIRALDO

            
UN CINEFILO DE ALTO VUELO
      


            Cuando llegan las primeras inquietudes en nuestra adolescencia llena de entusiasmo y voluntad desbordante, ocurre un sin fin de cosas que nos atesora el espíritu; vivimos una etapa inolvidable que nos hace suspirar de nostalgia ahora que lo recordamos. Quién no recuerda que cuando niños queríamos ser: “Batman”, “Superman”  entre otros personajes de moda de los “cómic”,  la televisión o el cine que por esos años todavía conservador y puritano leíamos y veíamos. En muchos casos  sólo permitido para mayores de edad y gente acomodada. Claro, un niño no sabia nada de estas cosas,  y ver una película en el cine o la televisión era toda una tentación que uno no podía perdérselo.
Recuerdo que a mi padre le gustaba mucho las funciones circenses, y  a mi madre en cambio el cine siempre fue su fascinación al cual asistíamos por lo menos tres veces a la semana.

            Esta afición desenvuelta – preferentemente  - por el cine me llevó en mi niñez a ver películas casi todos los días, ya que en los años sesenta estaban de moda las funciones de seriales continuadas de “Tarzán”, “Maciste”,  así como de   películas mexicanas  que en provincias se proyectaba de lunes a domingo, y por supuesto no todos los días nuestros padres nos daban dinero para asistir a cada una de las funciones. Era todo un reto para los niños agenciarse de los cincuenta centavos que costaba la media entrada para el “Cine Municipal” o el “San Martín”, peor aún si no cumplíamos con las tareas de la escuela o los mandados de la casa, estábamos prácticamente chantajeados por nuestros padres, sino también por nuestros hermanos mayores o los amigos más grandes que nos ilusionaban con encontrar una fórmula para solucionar este “problema” de adición al cine, ya que la televisión por esos años recién había llegado al pueblo y pocas familias podían ostentar uno en su sala.

Pero llegó esa oportunidad para el grupo de amigos del cual formaba parte; Pedro el más avezado e intrépido había descubierto que era posible entrar al cine por la puerta de escape del cine que daba al garaje municipal, y que permanecía cerrado casi todo el tiempo, lleno de vehículos malogrados y materiales de trabajo, lo único que teníamos que hacer era trepar una pequeña pared d e adobe semidestruida y bajar por una mata de ciruela que florecía al otro lado de la cerca.

La primera vez que lo intentamos salió a la perfección, la segunda ocasión también, hasta que en la tercera oportunidad alguien se dio cuenta  de nuestra presencia, entonces los guardianes nos pillaron tratando de abrir la pequeña puerta; fui cogido debajo de uno de los carros viejos en donde me había escondido, y recibí como castigo una somera paliza que aún recuerdo, mientras que mis amigos escaparon asustados a sus casas.

Nunca más lo intenté por ese lugar, sino ahora por el techo....


jueves, 19 de mayo de 2016

CONGRESO DE LA REPÚBLICA APRUEBA PROYECTO ESPECIAL CHANKILLO


CHANKILLO  YA ES UN 

PROYECTO ESPECIAL


Vista panorámica de Chankillo  en el valle de San Rafael.

El Congreso de la Republica el día de hoy aprobó por 70 votos a favor y cero en contra la creación del “Proyecto Especial Chankillo” que le permitirá a partir de la promulgación de la autógrafa de Ley en el Diario oficial El Peruano, contar con presupuesto propio para la realización de estudios, preservación, y conservación del patrimonio que contamos los casmeños y asimismo la puesta en valor de lo que será muy pronto: “Patrimonio Cultural de la Humanidad”, un sueño anhelado que se debe concretar muy pronto por parte de la Unesco  - organismo dependiente de las Naciones Unidas.

Esta promulgación no ha sido fácil lograrlo ya que en primera votación del mes de diciembre pasado se aprobó por amplia mayoría de votos en el Congreso de la República, y cuando todos los casmeños creíamos que el Presidente de la República, Ollanta Humala iba a firmar la autógrafa de ley para su promulgación oficial, éste fue observado y devuelto a la Comisión de Cultura del mencionado Congreso hasta que por fin hoy día: 19 de mayo 2016 lo hemos logrado, gracias a la votación alcanzada en el Pleno del Congreso Nacional. En este esfuerzo que pone a Casma en el tapete de los proyectos especiales para la arqueología de la costa peruana, pone a Chankillo en  lugar que le corresponde como el “Observatorio Solar más antiguo de la América".


Se puede observar parte de las 13 torres de Chankillo

En esta tarea titánica de marchas y contramarchas en el Parlamento Nacional se debe destacar el aporte y esfuerzo del Congresista Manuel Dammer Ego Aguirre que fue el primer gestor del  proyecto original, que luego fue modificado y asumido por la Congresista: María Magdalena López Córdova, y que hoy todos los  saludamos y nos felicitamos por haber alcanzado la meta que pensábamos casi imposible de lograr.

Queda pues el compromiso pendiente de los verdaderos casmeños de  continuar en esta tarea que recién comienza y estar atentos  a que se haga realidad este viejo sueño como corresponde ante la historia que nos ha de juzgar.















RECORDAR ES VOLVER A VIVIR.- Autor: Augusto Llosa Giraldo


RECORDAR ES VOLVER A VIVIR

Para Eleazar Moreno Busto, con el compañerismo
mas grande del mundo...


El recuerdo más remoto que guardo de mi amigo Eleazar, fue antes del Terremoto del 31 de mayo de 1970, en Barrio Nuevo, de nuestra ciudad natal: Casma. Vivíamos  nuestra pubertad, y el día a día entre los estudios y los juegos característicos de los  adolescentes prestos a convertirse muy  pronto en mayores, yo era muy amigo de su hermana mayor: Consuelo. Conocí a sus padres en vida antes de su partida a la eternidad.

Cuando pasó el terremoto nos unió más la amistad, no solo porque llegamos a vivir más cerca sino  porque la vida se nos hacía más fácil por decir lo menos. Nosotros vivíamos en un pasaje cerca al Cerro La Virgen y ellos en lo que es actualmente la Calle Reyna y  cada vez que yo traía los baldes de comida de la casa de mis tíos para los “chanchos” que criábamos en casa, pasaba por la puerta de su casa  y así nos fuimos haciendo más amigos hasta que nos separamos por esos avatares de la vida para luego reencontrarnos ya mayores de edad.

Nos volvimos a reencontrar en el barrio en los años 90, no recuerdo en qué circunstancias pero lo que nos motivó a juntarnos fue la pasión por la política que nos  unió y comenzamos juntos a militar en una organización política de izquierda  ya desaparecida, que nos llevó a volver a vivir una nueva experiencia con la pasión que se le da a las cosas que uno quiere, que uno ama,  y con la  intensión de pretender cambiar las viejas  “estructuras políticas del Estado” ya bastante corroídas por la corrupción y el pillaje que en ese entonces eran muy evidentes en los gobiernos de turno que se sucedían en el poder.

Lo que paso después es que Eleazar se enfermó, y yo me fui a vivir a otra ciudad, nos distanciamos varios años hasta que volvimos a reencontrarnos ya en otro contexto político que vivía el país. Se casó el en el Puerto Casma, fui su testigo de  matrimonio con Susana, que muy bien guardo en mis recuerdos cuando ante el alcalde que los casaba se dieron el sí de por vida, la fiesta en familia que pasamos en un conocido recreo campestre de la ciudad. Nos volvimos a reencontrar años después cuando el regresó de Suiza después de varios años de ausencia, conversamos de varios de nuestros proyectos literarios comunes que hoy se hace una realidad con la publicación de su Libro: “La calle en el Mar”...




Espero que estas líneas sirvan de aliento para continuar en la brega diaria de la literatura que nos apasiona, pero sobre todo para darles vida a los “demonios” que conviven con nosotros y salgan a la luz para deleitar a nuestros lectores.



Augusto Llosa Giraldo



viernes, 13 de mayo de 2016

IPANI: LA MONTAÑA MÁGICA. Autor: Augusto Llosa Giraldo


IPANI: LA MONTAÑA MÁGICA

Dedicado a: X.S.D con emoción bravía y selecta que me
inspiro este modesto trabajo literario.




Desde que conocí Los Andes peruanos – soy costeño de nacimiento - siempre quise tener la oportunidad de llegar a una de sus cimas  por más pequeña que ésta sea. Durante mi estancia en Santa Lucia – Lampa – Puno, conocí el distrito de Paratia, ubicado a más de 4,800 metros sobre el nivel del mar.  Un lugar inhóspito, todo cubierto de hielo y nieve como es el sector de Chilahuito, en donde la temperatura promedio es 5º grados Celsius, en estas condiciones todos los días martes suben los comerciantes en camiones que llevan sus productos para comercializar  en la feria dominical, también conocido con el nombre de “Q’ato” o plaza en idioma quechua. En donde se intercambia carne, lana, o cuero por fideos, arroz, y otras mercaderías. Aquí en este lugar lejano de nuestro país por primera vez palpe con mis manos la nieve y el frio del hielo que te sobrecoge el alma.

En otro momento de mi permanencia en la región Puno, tuve la oportunidad de conocer el distrito de Pichacani – Laraqueri,- Provincia de Puno en una de sus parcialidades se ubica la montaña “Ipani” con cerca de 4,250 m.s.m a donde llegué con dos compañeros de la zona luego de una caminata de  más de tres horas. En el transcurso del camino mis ocasionales acompañantes me comenzaron a comentar lo que ya antes me había animado a conocer esta montaña, me reiteraron las maravillas que iban a contemplar mis ojos y que jamás podría olvidar, siempre y cuando alcance la cumbre de aquella montaña, y cuando les volví a reiterar qué es lo que vería en específico ese día, me confirmaron que no me lo dirían porque era una sorpresa para mi persona. Esta montaña colinda por el Sur con el distrito de Acora, por el norte con el distrito de  Puno.



Recuerdo que cuando llegamos a la cercanía de la base de la mencionada montaña, pude contemplar a plenitud de su hermosura y me prometí a junto a mis compañeros llegar a coronar su altura que tenía la forma de un triángulo casi perfecto. Nos cobijamos en una rustica casucha construida de piedra y protegida por el infaltable ichu que existe por todos lados, en donde descansamos parte de la tarde y la noche, cenamos nuestro fiambre y al final tomamos alcohol que  llevamos en nuestra mochila,  preparado en base a agua hervida y yerbas aromáticas del lugar como la “Pura pura” que recogimos del campo hasta quedarnos bien dormidos. Al día siguiente nos levantamos bien temprano  de nuestras camas que eran pellejos de alpaca y una raída frazada mil veces usada y que aún servía.

Ese mediodía nos alistamos para la escalada final, antes preparamos un almuerzo que consistía  en una “Huatia” de papas asadas en un horno hecho de piedras calientes y su respectivo queso que acompañamos con su rocoto molido que  llevamos y saboreamos hasta saciar el hambre que teníamos. Descansamos una hora y media más o menos y comenzamos los preparativos para la ascensión hacia la  mencionada montaña que nos contemplaba reluciente, eran las 2.30 de la tarde aproximadamente. Era un día esplendoroso de sol radiante, con un cielo azul brillante que nos prometía una espectacular visión desde la altura. Comenzamos a subir la cuesta que en forma ondulante trepaba la montaña. Avance unos trescientos metros y ya sentía el cansancio y agotamiento que comenzó a hacer mella en mi cuerpo, me quede último en la “fila india” que ascendía, y yo lentamente con mucho esfuerzo avanzaba, daba unos diez o veinte pasos y me detenía, inspiraba el poco oxigeno enrarecido que había en esas alturas y continuaba a paso lento. Y cuando ya faltaba unos 100 metros más o menos para  llegar a la cima, el agotamiento evidente que sufría me hizo pensar que podría ser fatal para mí y francamente pensé en renunciar a mi propósito, pero uno de los compañeros que estaba a unos 50 metros arriba, bajó para acompañarme y darme fuerzas para continuar. Me vio  seguramente con una cara de asustado y me dijo: ¡tranquilo compa, descansa relájate y pon de tu parte todo lo que puedas para observar lo que pocos humanos han logrado contemplar desde estas alturas…!!!.

Después de descansar unos veinte minutos me repuse un poco y lentamente comencé a subir la ascensión hacia aquella montaña  que me esperaba a pocos metros para coronar la cima. En esos momentos no veía nada, solo sentía el fuerte dolor  de mis piernas que estaban al borde del colapso y mi corazón a punto de estallar por el poco oxigeno que recibía y la angustia de contemplar  lo que mis amigos me habían señalado que  vería en unos minutos más. Cuando di el último paso ya en la cima circular que tenía un poco de nieve, lo primero que hice fue recostarme en una piedra que cómo una especie de banco había y allí medite una media hora hasta que me fue pasando el fuerte dolor que tenía en el  cuerpo y el dolor de cabeza  que me impedía mantenerme en pie hasta ese momento. Cuando recupere la conciencia plena pude observar la grandiosidad del espacio que me extasiaba y me hacía sentir una pequeñez en tan vasto espacio azul serrano que me atrapaba con solo observarlo a la distancia. Me lamenté mil veces que no haya llevado conmigo una cámara fotográfica que pueda graficar esos momentos inolvidables que mis ojos contemplaban en esos bellos  momentos que viví a más de 4,250 m.s.m.





Las palabras sobran para expresar con certeza y plenitud lo que observaban mis ojos en  esas alturas  del altiplano puneño. Por un lado podía contemplar la grandiosidad del Lago Titicaca al sur este, al fondo las cumbres de la cordillera del Illamani por el lado de  Bolivia, por el lado oeste veía las cumbres de los volcanes: Ubinas y el Omate  que lanzaban fumarolas de humo negro, y por encima de mi cabeza pasaba casi rasando un hermoso cóndor que como bienvenida me saludaba. Era un espectáculo esplendoroso que observaba, que al reaccionar comencé anotar en una libreta de apuntes que siempre llevaba en mi mochila, para no olvidar jamás lo que por esas circunstancias me tocó vivir. El tiempo como siempre nos marca el derrotero, tuvimos que comenzar a bajar luego de haber permanecido por espacio de una hora en: Ipani “La Montaña Mágica”.