martes, 12 de marzo de 2013

SECHIN: TESORO PERDIDO. Autor.- Jaime López Raygada.


SECHÍN, TESORO PERDIDO



La ciudad es pequeña y ha empobrecido. Casma fue opulenta, cuando el apogeo de las grandes haciendas. Ahora languidece, a la plaza, sombreada por aromosos ficus fusilaron a Uschu Pedro, el lugarteniente de Atusparia, que levantó a los indios contra el gobierno de Cáceres, porque la autoridad le hizo cortar la trenza que usaba como signo de realiza entre sus agentes. Cuanto tomó Huaraz, no cometió atropellos contra los blancos despavoridos, murió víctima de una celada.

En cuanto a Uschu Pedro, o Pedro el Negro, hizo frente al pelotón de gendarmes con espartana serenidad – pero Casma tiene un tesoro a las puertas, en los terrenos de la hacienda San Rafael.  Este tesoro es de piedra y se llama “Sechín”, descubierto y revelado al mundo por Tello, que quedó fascinado por aquellos restos líticos en los que asoma un mundo nuestro hace tres mil años, donde las imágenes de crueles guerreros de entonces triunfales y misteriosas imágenes intraducibles hoy, fascina y conmueven aún todavía en medio de la ruina de tantos siglos de depredación.  Todavía está en pie una estela blanca de granito con extrañas marcas que parecen indicar que servía para medir la altura de las aguas.  Porque de antiguo el valle fue azotado por avenidas que la asolaron.  En este sector, en los Cerros de Sechín y Mojeque, apareció hace milenios o más, un complejo cultural, cuyas muestras epónimas están en los adoratorios de los dos “Sechines” el Alto y el Bajo.  Hubo en el principal de ellos, el de Sechín alto, un templo o palacio-templo comparable a los asirios o Egipto, que en nada les cede.

Había noventa y ocho monolitos bellísimos, todavía quedan ochenta en el terreno, doce han sido robados y seis están en el Museo Nacional de Antropología.
De aquella misma época, tan lejana en el tiempo, es el llamado “Castillo de las Calaveras” donde se encuentra inmensa pila de cráneos, testimonio de la crueldad con los que los quechuas invasores castigaron aquel último reducto del Gran Chimú al que sólo pudieron avasallar, cortándole los acueductos de agua potable y cercándolos por hambre.

Sechín es un tesoro de enorme valor que hay que conservar y difundir, y cuya custodia tienen que asumir nuestras autoridades. Hace pocas semanas, estuvo allí Arturo Jiménez Borja, que consiguió alguna ayuda para efectuar trabajos iníciales.
Los Casmeños, pagaron tres peones para cooperar. El día en que limpien las ruinas, se cerquen y se reconstruya aquellas venerables huellas de un pasado grandioso, Casma volverá a ser opulenta, porque habrá una corriente de visitantes que para recorrer el adoratorio se detendrán en el antiguo pueblo dormido, que es ahora sólo un lugar de pasaje hacia las ciudades de la sierra de Ancash y del norte grande.

Autor:

 Jaime Lòpez Raygada

(El Comercio – 04 de Mayo de 1970) 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario