lunes, 9 de julio de 2018

TOMEQ Y LA DEFENSA DE CHANKILLO. Autor: Augusto Llosa Giraldo



TOMEQ Y LA DEFENSA DE CHANKILLO




El  verdor de la costa norte del Tawantinsuyo volvió a renacer, luego que el ultimo “Fenómeno del Niño” asolará la región, entre los años mil 200 años AC y provocaron el colapso de los Muchiq 600 años después de Cristo y el desplazamiento de los Chimú, luego que sufrieran una terrible y fatídica inundación de sus tierras de cultivo y viviendas, según está escrito en documentos y estudios científicos, que certifican lo vertido, que obligaron a su desplazamiento en grandes masas a lugares distintos y distantes de su lugar.

Volvieron a surgir nuevamente grandes bosques de algarobos, taras, huarangos, carrizos entre otras especies en donde corrían a su libre albedrio las llamas, alpacas, zorros, vizcachas que mayormente se agolpaban en las ribera de los rios Sechin y el rio Grande y pequeñas lagunas en donde se podían cazar bagres, robalos, camarones en aguas límpidas y pobladas de aves multicolores que a diario llegaban a alimentarse, al igual que llegaban a beber todos los animales que poblaban el monte que aun permanecía alejado e incólume de los seres humanos. 

Este desplazamiento de los Muchiq llevó a que los guerreros venidos del norte asaltaran el “Templo de Sechin” y cayeran rendidos bajo la tutela de una  mujer guerrera que dirigía las tropas casi sin mayor enfrentamiento fueron vencidos y sometidos bajo la tutela de las tropas invasoras. Impusieron nuevos mandos y directivas que ellos encabezaban. Respetaron al Curaca, y su familia, mientras que a los jefes se les relevó de sus cargos, obligándoles obediencia a su jefa que se apostó en el templo junto a sus jefes que formaban parte de la corte, obligando a sus guerreros a tomar  las mujeres que quisieran y hacerla su pareja aunque sea a la fuerza. Solo bastaba que le gustara para cometer la tropelía. 

Esta ocupación no duró mucho tiempo, porque sucedió lo que ellos preveían. Llegaron tropas de guerreros poderosos provenientes del Imperio Chimuq que había avasallado a los Muchiq, quienes en base al dialogo los conminaron a rendirse y así fue, se evitó el derramamiento de sangre y en forma pacífica tomaron el control de todo el valle.

Eran tiempos muy difíciles para todos. Ni los vencedores podían estar seguros de haber alcanzado el triunfo porque conocían o tenían información que más allá de las fronteras alcanzadas al sur,  se encontraban asentadas  fuerzas poderosas que miraban en dirección al norte, y solo era cuestión de tiempo para tenerlos cerca. Lo único que debían hacer es prepararse para la guerra que era inevitable para sobrevivir o perecer en su intento. 
En Paramunqa se encontraban descansando las tropas del poderoso ejército Inka al mando de Tupaq Yupanqui, hijo del Inka Pachacuti que venía desde el lejano Qosqo a conquistar las “tierras calientes” del norte del Chinchaycocha. El Inka Tupaq Yupanqui conocía desde ya la existencia de un pequeño reino llamado Sechin por intermedio de sus agentes de avanzada que sigilosamente vigilaban desde puntos estratégicos al enemigo que debían enfrentar.

Era primavera tiempo de escases de agua en la costa norte del Tawantinsuyo, todavía los ríos no acechaban con “Huaycos” ni se sobrecargaban de agua, mejor tiempo no podía haber para proceder a la toma del lugar. Primero el hijo del Inka ordenó que un número considerable de hombres y mujeres se dirigieran al valle de Sechin para conminarlos a una rendición pacifica, como era costumbre de los inkas. Les ofrecían  el respeto a sus dioses, a sus autoridades, siempre y cuando los dejaran gobernar a ellos. En caso contrario los tomarían por la fuerza de las armas con la consiguiente destrucción que ello implica. 

Llegaron al valle en un recorrido que les tomo dos días y medio de camino. Fueron alrededor de 5,000 hombres, mujeres y jóvenes que llegaron en son de paz,  bien  ataviados con sus uniformes de colores, portando su bandera de siete colores y  entonando canciones guerreras, con bailes y comparsas que literalmente asustaron a los lugareños. Les ofrecieron Chicha, panes y regalos a los jefes con quienes se entrevistaron. El recibimiento fue frio y sin respuesta a su requerimiento. Se tomaron varios días para saber cuál era la decisión final de los lugareños.

Era el quinto día que el jefe Apusquipays recibió muy temprano en su tienda militar la presencia de una delegación de cinco jefes Chimuq, al mando de Tomeq, un joven guerrero que era el interlocutor válido para esta tratativa. Luego de los saludos de rigor, Tomeq tomó la palabra en su Lengua Quingnam, que por intermedio de un traductor escuchaba sentado en un taburete atento el jefe Inka. Terminada su alocución esperaron atentos la respuesta que fue un tajante: !Manan (No)!!!. Se levantó el Apusquipays, y con la mano en alto les dijo !fuera!!! (Haua)!!!. Salen los guerreros con Tomeq al frente y se dirigen a sus huestes que los esperaban fuera del templo, dialogan y terminan lanzando arengas de lucha y se retiran con destino desconocido. 
Se había agotado el ultimo dialogo de paz entre las partes, y lo único que le quedaba al jefe guerrero Inka era enviar de inmediato a un Chasqui con la comunicación verbal y en quipus en donde iba toda la informacion numérica de las tropas y demás datos que le interesaba al Inka y su alto mando acantonado en la fortaleza de Paramonqa...


Continuará...