lunes, 20 de enero de 2020

Elevan a Patrimonio Cultural de la Nación a las Aldas.


ELEVAN AL PATRIMONIO CULTURAL DE LA NACIÓN "LAS ALDAS", COMO "ZONA ARQUEOLÓGICA MONUMENTAL" CON UNA EXTENSIÓN DE 214 HECTÁREAS.




El Ministerio de Cultura a través de la Viceministra de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales, María Elena Córdova Burga, resuelve declarar al Patrimonio Cultural de la Nación "Las Aldas", como "Zona Arqueológica Monumental Las Aldas", una nueva clasificación y denominación oficial que lo eleva de categoría, en razón, a la existencia de arquitectura monumental, áreas de múltiples funciones, a su monumentalidad y singularidad que posee el lugar , en el cual la Municipalidad Provincial de Casma invertirá dos millones de soles este año a través del proyecto de excavación, conservación y puesta en valor, autorizado formalmente por el Ministerio de Cultura.


Fe esta manera, mediante Resolución ViceMinisterial N°014-2020-VMPCIC-MC publicado en el Diario Oficial "El Peruano", el pasado sábado 18 de enero, se modifica normas anteriores de dicho portafolio que clasificó al Complejo Arqueológico "Las Aldas" como "monumento arqueológico prehispánico".
Además, la reciente Resolución ViceMinisterial determina la extensión del área total de "Las Aldas", que ocupa más de 214 hectáreas, los cuales serán inscritos ante Registros Públicos por parte de la Dirección de Catastro del Ministerio de Cultura con el nuevo plano de ubicación.


jueves, 9 de enero de 2020

"El Niño ... Juancho". autor: Augusto Llosa Girado




CAPITULO SEGUNDO


El mediodía sofocaba todo el valle ante un calor que superaba los 30 grados Celsius, Juancho en tanto silbaba alegre en short  deportivo de su añorado equipo de fútbol “Los Halcones de Huacuy” por quién jugó varias temporadas en tanto que lavaba su ropa con las atenciones de su prima que no perdía un solo detalle, ya sea alcanzándole agua, los ganchos para tender la ropa, o sonreír cuando sus ojos se cruzaban con los de su primo pero siempre en silencio. En uno de esos momentos inesperados, Juancho le entregó con mucho cuidado y premeditación una de sus sonrisas más preciadas que a Clara la elevó a las nubes, y en un instante llegó a pensar que su primo era un enviado del cielo y se dijo para sí: 

“Mi primo es bien guapo y mis amigas se van a morir de envidia y de celos cuando lo vean, ya verán…”,

Su ensimismamiento y ensueño se rompió cuando escuchó: “Clara, Clara,  llaman a la puerta, seguro que es tu padre…, ella corrió y en verdad era don Alfonso, lo abrazó y de inmediato le puso al tanto de la llegada de su primo. Sin mediar palabra alguna pasó de frente al “corral” en donde encontró al joven visitante que acababa de salir de la ducha. Su tío era un señor de unos cuarenta años que lo miró de pies a cabeza y antes de decirle alguna palabra, le tendió la mano, lo abrazó y lo acarició ante la atenta mirada de Clara y de su madre que al observar  esta escena se emocionó y en instantes pensó que era el hijo varón que no tenía:

 “Hijo, que alegría verte, pero si eres casi igualito… a tu madre…”, le palmoteó los hombres, ante el asombro de Juancho, quien solo atinó a disculparse por haber llegado en ese estado calamitoso:

 “No te preocupes hijo, te comprendo, alístate que vamos almorzar”.- entonces Clara corrió a traer una toalla que luego al acercarse para entregárselo sintió un cosquilleo en su piel al verlo semidesnudo, con la cabello mojado del cual todavía discurría agua por entre los pliegues de su piel blanca, fina y musculosa.

 “Vístete rápido, hijo qué ya está servida la comida, Ah ¡Clarita, tráele una camisa mía o un polo para que se vista tu primo…” El olor del pescado que  hacía mucho tiempo que no comía, lo llamaba, y cuando presuroso se arregló, apareció hermoso ante la mesa, con una sonrisa a flor de piel que al verlos sus  familiares  entrecruzaron sus miradas en señal de aprobación y alegría por tenerlo junto a ellos. Su tío lo invitó a sentarse a la mesa  a su lado que al verlo todo tímido le dijo:
 “Bueno, hijo estás en tu casa y sírvete lo que deseas y cuéntanos cómo se encuentra tu madre y tus hermanas, ah¡ nos enteramos que tu padre murió hace varios años y créenos que lo lamentamos mucho…”, Juancho halagado los escuchaba atentamente, mientras devoraba por instantes el plato que le sirvieron, y entre cuchara y cuchara que se llevaba a la boca, sonreía siempre mirando a su tío, ante la atenta mirada de sus familiares que le hizo perder el miedo inicial y animarse a hablar. De pronto su rostro se iluminó por un instante y decayó, se había dado cuenta que lo que le estaba pasando en ese instante su madre se lo había previsto al recordar sus palabras. Se entristeció y quiso llorar de alegría, suspiro profundamente, se ruborizó y quiso levantarse de la mesa, pero su tío que lo miraba atentamente se lo impidió, se paró lo abrazó, en ese instante Juancho derramó unas lágrimas de alegría en los brazos de su tío que no se cansaba de acariciarlo y decirle:

 “Hijo, no te preocupes que aquí estarás con nosotros y nada te va a pasar…” estas palabras lo alentaron y no era para menos, estaba feliz después de todo lo vivido y a sus 20 años, jamás se imaginó que lo iban a tratar de esta manera, y con una prima tan bonita; al final abrumado por las preguntas y la barriga llena, habló, habló y habló hasta cansarse.

 “Bueno, hijo”.- le dijo su tío…”yo siempre recuerdo a tu madre, porque nos hemos criado juntos, hasta antes que conociera a tu padre, tan bonita y trabajadora, recuerdo que cuando éramos jóvenes jugábamos en la chacra con nuestro ganado, hasta que Casimiro se la llevó  a otro sector de la comunidad cuando se casó con ella, de ahí nomás yo también me vine a la costa. De esto han pasado ya más de 20 años…” 

Repuesto ya de tanta conversa, se paró el tío y le dijo a Juancho: “hijo, descansa todo el tiempo que quieras, debes estar muy cansado, ya en la noche seguimos charlando…”. Dicho esto se levantó de su asiento Juancho, se despidió de cada uno de los presentes, a lo que su propio tío lo llevó a una habitación desocupada que quedaba al fondo de la casa.

Su tío Alfonso  le comentó que esta habitación a estado desocupada varios años desde que su prima hermana la dejará por motivos de viaje, y que al fin y al cabo también era su tía, prima hermana de su mamá. La abrió con una llave que portaba y luego de abrirla se la entregó para que él la usara todo el tiempo que era necesario. Todas las cosas estaban bien cuidadas, y debidamente protegidas, así que lo único que hizo Juancho, fue levantar las sabanas que  cubrían los muebles y las frazadas de la  cama y sacudirlo fuertemente en el patio…Solo le llevaron unos minutos y con la escoba terminó de limpiar finalmente el polvo que había. Fue al baño que quedaba al frente de su habitación  y se lavó. Luego se dirigió a su cuarto, miró la cama que le apetecía y se echó, para quedarse dormido en solo unos minutos. Durmió varias horas y en el mejor momento de  su sueño, soñó que su mamá le hablaba y le acariciaba como casi nunca lo había hecho, hasta que de pronto apareció en su sueño su prima Clara que trataba de acariciarlo, él la quiso abrazar también pero la retuvo con sus manos, hasta que despertó sudoroso no se sabe si por el fuerte calor reinante de la tarde o como fruto de su acaramelado  sueño. Se sentó movió, la cabeza, abrió la puerta para que entrará un poco de aire fresco y se volvió a recostar en la cama para comenzar a recapitular su presencia en aquella casa familiar que nunca había conocido salvo por los comentarios de su madre,  y su situación que a decir verdad comenzaba a cambiar para él. Lo primero que se dijo fue tener que conseguir un trabajo en forma urgente, ya sea en Buenavista o en Casma, no podía ser una carga más para la familia que lo acogía en ese momento, tenía que trabajar para enviarle dinero a su madre y cubrir sus necesidades más inmediatas…Se lo tengo que decir a mi tío para que busque o me recomiende un trabajo de lo que sea… también pensó en su prima y se dijo que jamás traicionaría la confianza que le brinda su tío, y seria leal con él, al no permitirse siquiera tocar a su prima con un “pétalo de una rosa”. Siguió pensando de ello y recordando los momentos vividos días anteriores de angustia y pena que vivía en Huacuy,  hasta que se quedó completamente dormido otra vez y sólo cuando escuchó una voz que lo llamaba se despertó y de un sobresalto se levantó de inmediato, reconoció que era la dulce voz de su prima que le había llamado varias veces. Ya era de noche.

Era la hora de la cena a las siete y treinta de la noche, se sentaron en la mesa esta vez frente a frente, así lo dispuso expresamente su tío:

“A partir de hora, hijo, te vas a sentar allí, ese será tu lugar…”  a lo que Juancho agradeció con una sonrisa por demás cómplice. Clara, con una sonrisa que le coloreaba la cara, comenzó a servir la mesa, primero puso los cubiertos, luego trajo los platos de un caldillo de huevos, en seguida puso el plato de fondo, que consistía en un  arroz con una fritanga de hígado encebollado que todavía botaba humo en la mesa, al final colocó a cada uno su taza de café, y una cesta de panes de manteca. En tanto que Juancho alucinaba al ver tanta comida en la mesa, y su tío lo observaba en silencio. Cuando quedó completamente servida la mesa, el tío Alfonso comenzó a servirse y comentó lo siguiente:

“Hijo, debes saber que en Casma tenemos una casita en una invasión que tenemos que cuidar, no sé si tú puedes hacerlo, te voy a pagar por ese servicio…”.-  “Está bien tío lo voy a hacer, yo estaba por decirle que necesito trabajar para enviarle dinero a mi mamá y Ud. Sabe no puedo ser una carga para ustedes…”. Está muy bien hijo, mañana  sábado que no trabajo vamos a ir a Casma, temprano para que conozcas el lugar, si deseas te enviamos tu comida, o sino comes un menú en cualquier restaurant, ah, antes tenemos que reforzar la casita para que puedas vivir bien, por eso tenemos que comprar cañas, esteras y alambre para asegurarla bien….”. 

Dicho esto, la emoción se le notaba en  la cara de Juancho, que comenzó a brillarle los ojos y los pómulos le resaltaban  más que nunca y la sonrisa que esbozaba le hizo estremecer de pronto a su prima Clara, que lo miraba con atención y aparente rubor que su madre observó con preocupación. Esa noche volvió a soñar a su madre que muy amorosa  le hacía recordar los momentos en que le aconsejaba antes de partir.  Fue una de las noches más felices que vivió hasta ese momento.

Se levantaron muy temprano esa mañana, la tía además de servirle el desayuno a los dos viajeros antes de la siete de la mañana, les preparó su fiambre a cada uno y antes de partir se levantó Clara, quién  saludó a todos los presentes, y en especial al primo Juancho que vestía un short deportivo que su tío le había regalado y su infaltable polo del club de sus amores en su rostro se podía notar una sensación de alivio y buen humor. Se despidieron y salieron de casa, tomaron un auto que cubre la ruta diaria de pasajeros a Casma que los llevó muy rápido a su destino. Al llegar de inmediato se dirigieron a la invasión, que era un inmenso terreno  de pequeñas casuchas algunas a medio construir de material precario. Al llegar a su lote, se dieron cuenta que muchos de los moradores recién se levantaban, mientras que unas  señoras barrían su lote con escoba en mano. Mayormente eran mujeres que  traían  agua con baldes y otros con bidones de las viviendas contiguas a la invasión que le proporcionaban agua potable para su uso diario. El día de trabajo recién comenzaba para ellos. Revisaron el rancho y constataron  que todo estaba normal. Hacia dos semanas que no había venido el tío Alfonso, no había asistido a las asambleas generales y entregado las cuotas semanales, y suerte que nada había sucedido, ya que los comentarios de robo de esteras y demás bienes de la invasión ya se habían hecho público por la prensa local, así como el desalojo de lotes de terreno que aparentemente estaban abandonados por sus propietarios. Ingresaron al interior de la vivienda semi construida y allí el tío Alfonso le dijo a Juancho:

sabes hijo, voy al centro a comprar más esteras, alambre  y clavos para reforzar el rancho, además hay que terminar de cerrar el lote”.- Esta bien tío, no me moveré de aquí…”. Antes de  cerrar la puerta miró hacia afuera y pudo observar que la invasión era relativamente grande, en un terreno que antiguamente fue agrícola. Cerró la puerta de calamina, y se vio solo, entonces se sentó al borde de un viejo catre y comenzó a recapitular las últimas veinticuatro horas vividas con intensidad en casa de su tío, de la atención muy amable y gentil de sus tíos, y especial de su prima que siempre aparecía en su cabeza y le cosquillaba las costillas, entonces se volvió a preguntar por qué le sucedía esto cada vez que veía a Clara, o le hablaban de ella. Se respondió una vez y mil veces más  que nunca seria de ella, que aunque sintiera algo por su prima, comprendía que era su sangre, su familia y como tal no podía pasar nada entre ellos dos. Siguió recordando a su madre y sus hermanas que ya por cerca de tres meses no las veía, entonces se entristeció, se prometió cumplir con la  promesa asumida ante su madre,  se arrecostó  en el viejo camastro que había y de pronto se quedó dormido. En su sueño volvió a recobrar esos momentos  de siempre, su madre que lo aconsejaba con sus palabras de aliento y los cariños que le prodigaba. De pronto se sobresaltó en la cama al escuchar el sonido de un vehículo que paraba al frente de la casa y  que alguien entraba a ella. Era su tío Alfonso que llegaba con la carga  de compras prometidas. De inmediato se levantó y fue a apoyar en bajar  las cosas que había dentro de una camioneta contratada. Comenzaron a bajar la carga que consistía en esteras, palos, y cañas, además de alambre y clavos. Trabajaron toda la tarde, solo descasaron para almorzar una comida rápida que había traído su tío, hasta cerca de las cinco de la tarde en que pararon para regresar a casa.   Llegaron totalmente cansados, sucios  y de hambre a Buenavista, se saludaron y antes de cenar se dieron un baño cada uno, mientras su tía y su prima Clara las esperaban con una cena formidable que consistía en su plato favorito de su tío Alfonso: Escabeche de pollo, con sus yucas y arroz blanco, y su café pasado  que ni bien se sentaron en la mesa lo degustaron con emoción y en silencio. Al terminar la cena, el tío Alfonso suspirando y plenamente emocionado le dijo a Juancho,  mirándole a los ojos a su sobrino:

Mañana mismo, hijo, te vas temprano a  Casma y le envías a tu mamá estos cien soles que te voy a entregar, con un conocido tuyo que espero encuentres en el paradero de carros a Quillo…qué te parece?.- Juancho sorprendido sólo atinó a decir que estaba muy bien… Esa noche casi no pudo dormir Juancho, pensando cómo haría llegar ese dinero a manos de su madre que lo necesitaba…

Era domingo y muy temprano se levantó el tío Alfonso, pasó cerca de la habitación de Juancho y escuchó  que roncaba, por lo que tuvo que tocar la puerta y despertar a su sobrino:

 “Juancho, hijo tienes que viajar a la ciudad, levántate ya… de inmediato se levantó y salió al encuentro con su tío, y le tuvo que contar que tenía   problemas con la justicia allá en Quillo. Este percance no le impidió al tío Alfonso a tener que  decirle que tenía que arreglar esta  situación, y como tal a retrasar el envío a su madre  hasta que el  mismo vaya a visitar a su prima  a Huacuy, y sería la próxima semana que se daría tiempo para ello. Fue en ese momento que su tío lo abrazó y le dijo que le ayudaría a arreglar ese problema que tenía con la policía, le prometió contratar un abogado para que vea su situación legal de inmediato para que no tenga problemas en el futuro. Le pregunto si conocía la ciudad para que vaya a comprar algunas cosas que faltaban para la casa, a lo que Juancho respondió que si había venido varias veces. Aprovecho para pedirle por favor que este problema solo lo conozcan los dos a fin de no dañar la amistad con su tía y su prima Clara, a lo que su tío volvió a abrazarlo y susurrarle en el oído que no lo haría, sería un secreto entre los dos. Aprovecho la oportunidad para entregarle los cien soles, y darle además una propina de cincuenta soles más para sus gastos personales. Juancho no quiso recibir la propina por lo que su tío se lo dejó en la cama y con una sonrisa le palmoteo el hombro y salió de la habitación. Su tía,  ya  había preparado  el desayuno que tomaron los tres, en tanto que Clara dormía todavía. Le encargaron que comprará una lista que cosas que faltaba para la cocina, le entregaron el dinero y salió acompañado de su tío para el paradero de autos, en el camino su tío le dijo a manera de justificación que tenía que ir a la chacra de su señora a pañar las paltas que se caían de maduras y a traer panca para los cuyes que criaban en casa, por esas razones es que ellos  no podían viajar a realizar las compras.

Al llegar a la ciudad Juancho, lo primero que hizo fue  ir a la iglesia – se había propuesto conforme le había prometido a su madre - escuchar misa que como buen creyente de Dios  lo hizo, era domingo y hacia buen tiempo que no asistía a una iglesia, llegó a media misa pero igual se quedó a escuchar la palabra divina en completo silencio,  y comenzó a rezar el Padre Nuestro que a duras penas se acordaba y entre dientes rezaba  escuchando  la misa que el cura ofrecía a los feligreses. Al término de ella antes de que se acercaran  a pedirle su óbolo salió presuroso rumbo a la parada a realizar las compras encomendadas.
Compro todos los productos de la lista que iba llenando a un costalillo de harina de pan que uno de los  proveedores le vendió. Cuando termino de comprar los abarrotes, el pescado y las verduras se acordó de las frutas, pero tuvo mucho cuidado en llevar las uvas en una canastita que compro como detalle porque era un  pedido especial de Clara su prima, y la quería impresionar.
Llego a Buenavista completamente cansado al mediodía y lleno de compras que sus tíos y su  prima recibieron de manos de Juancho, quien alegre comentaba  como anécdota que nadie le había dicho donde tenía que echar las menestras, las verduras, y el pescado si no le habían dado ninguna bolsa ni saco en que tenía que llenar, y menos las frutas. Todos se miraron las caras y se mataron de risa. A lo que Juancho solo le quedo sonreír y sonrojarse una vez más.






 Continua...