RECORDAR
ES VOLVER A VIVIR
Para Eleazar Moreno Busto, con el compañerismo
mas grande del mundo...
mas grande del mundo...
El recuerdo más remoto que
guardo de mi amigo Eleazar, fue antes del Terremoto del 31 de mayo de 1970, en
Barrio Nuevo, de nuestra ciudad natal: Casma. Vivíamos nuestra pubertad, y el día a día entre los
estudios y los juegos característicos de los
adolescentes prestos a convertirse muy
pronto en mayores, yo era muy amigo de su hermana mayor: Consuelo.
Conocí a sus padres en vida antes de su partida a la eternidad.
Cuando pasó el terremoto nos
unió más la amistad, no solo porque llegamos a vivir más cerca sino porque la vida se nos hacía más fácil por
decir lo menos. Nosotros vivíamos en un pasaje cerca al Cerro La Virgen y ellos
en lo que es actualmente la Calle Reyna y cada vez que yo traía los baldes de comida de
la casa de mis tíos para los “chanchos” que criábamos en casa, pasaba por la
puerta de su casa y así nos fuimos
haciendo más amigos hasta que nos separamos por esos avatares de la vida para
luego reencontrarnos ya mayores de edad.
Nos volvimos a reencontrar en
el barrio en los años 90, no recuerdo en qué circunstancias pero lo que nos
motivó a juntarnos fue la pasión por la política que nos unió y comenzamos juntos a militar en una
organización política de izquierda ya desaparecida,
que nos llevó a volver a vivir una nueva experiencia con la pasión que se le da
a las cosas que uno quiere, que uno ama, y con la intensión de pretender cambiar las viejas “estructuras políticas del Estado” ya bastante
corroídas por la corrupción y el pillaje que en ese entonces eran muy evidentes
en los gobiernos de turno que se sucedían en el poder.
Lo que paso después es que
Eleazar se enfermó, y yo me fui a vivir a otra ciudad, nos distanciamos varios
años hasta que volvimos a reencontrarnos ya en otro contexto político que vivía
el país. Se casó el en el Puerto Casma, fui su testigo de matrimonio con Susana, que muy bien guardo en
mis recuerdos cuando ante el alcalde que los casaba se dieron el sí de por
vida, la fiesta en familia que pasamos en un conocido recreo campestre de la
ciudad. Nos volvimos a reencontrar años después cuando el regresó de Suiza después
de varios años de ausencia, conversamos de varios de nuestros proyectos
literarios comunes que hoy se hace una realidad con la publicación de su Libro:
“La calle en el Mar”...
Espero que estas líneas sirvan
de aliento para continuar en la brega diaria de la literatura que nos apasiona,
pero sobre todo para darles vida a los “demonios” que conviven con nosotros y
salgan a la luz para deleitar a nuestros lectores.
Augusto Llosa Giraldo
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