jueves, 28 de mayo de 2020

31 DE MAYO DE 1970, UN DIA DE HORROR...


31 de Mayo de 1970, un día de horror…


Era un día domingo cualquiera, todo trascurría con aparente normalidad, salvo que se inauguraba el Mundial de Fútbol de México en un Encuentro contra el equipo de Rusia, ya había terminado el primer tiempo estaban 0 a 0, cuando ya se había reiniciado el segundo tiempo, yo me encontraba echado en la cama  revisando los 08 periódicos que compraba los domingos,  escuchando el partido con un receptor a pilas era  las 3.15 minutos de la tarde, cuando se comenzó a mover todo y  se caía  pronto, el olor a tierra nos iba cubriendo, Salí de la casa  despavoridamente a la calle.

Fueron momentos de duro recordar, solo recuerdo que cuando Salí de mi cuarto, corrí a donde se encontraban mis  padres y hermanos, todos se encontraban consternados por lo pasaba, el suelo se movía con intensidad que parecía olas que nadie podía detener. Mis padres al Salir de nuestra casa se habían olvidado mi hermano Alfonso de apenas unos cuantos meses de nacido, tuve que regresar al cuarto que ya se caía y sacarlo al bebe que se encontraba llorando. Fueron minutos interminables de horror que jamás habíamos vivido. Recuerdo que esas circunstancias mi hermana Jaine María que se encontraba junto a nosotros abrazados se soltó del grupo  y salió disparada por lo fuerte del movimiento y cayo al suelo, y allí le cayo la pared que la dejo semienterrada, cuando paso el movimiento tuvimos que sacarla toda herida. Todos nos encontrábamos sucios, llenos de polvo que apenas si podíamos ver. Yo en esas circunstancias tome a mi hermano menor, lo cargue y con el comencé a subir al Cerro de La Virgen, durante el trayecto escuchaba los gritos de dolor que provenían de diversos lugares de Barrio Nuevo, todos de angustia. Hasta que llegue a la cima en donde se ubicaba la hermosa capilla dedicada a María Magdalena, Patrona de Casma, tantas veces subida al techo que era de material noble y podíamos quedarnos a contemplar el avistamiento de algún cometa como el caso del Benell que lo contemplamos a medianoche. Casma, Este se encontraba completamente destruido y solo desde esta altura se podía divisar al pueblo completamente agonizante  y bien dolido por sus muertos y heridos. De inmediato comencé a bajar desesperado y pude divisar el cielo por la altura del Puerto Casma totalmente  borrascoso y por el lado de Casma totalmente cerrado y oscuro.


Pasado el minuto de pánico y horror no me quedo otra cosa que bajar del cerro La Virgen, angustiado  con mi hermano que lloraba y no sabia que hacer, baje rápido y encontré a mis padres y hermanos que lloraban al contemplar las tres casas destruida,  caídas al suelo. Los movimientos se sucedían una tras otra, las piernas nos temblaban pero teníamos que caminar en busca de un lugar adecuado y encontramos la explanada de la Capilla Santa María Magdalena que se encontraba desierta en medio de la calle en desmonte en que se ubicaba. Corrimos a ubicarnos, fuimos los primeros que llegamos y nos dimos cuenta que no teníamos frazadas con que taparnos ni nada que nos cubra. De inmediato me di cuenta que podíamos sacar de la casa – destruida- frazadas y cuanta cosa nos sirva, de inmediato me dirigí con mi hermano Ernesto al lugar de mi casa destruida, la pudimos contemplar mejor ya estaba desplegado el lugar,  y yo por uno de los lugares del techo que estaba levantada me introduje en busca de frazadas y ropa que se encontraba regada por el suelo, lentamente fui sacando las cosas por el hueco del techo, yo gateaba por el suelo y en eso me tope con dinero que se encontraba regado por el suelo,  que había sucedido, es que mi padre y sus amigos acostumbrados a jugar Casino habían   salido dejando raudamente el dinero que el terremoto lo había dispersado por todos lados, y que yo me encontraba en la búsqueda de ropa que iba encontrando y que lo subía por el hueco  por donde había ingresado, logre sacar hasta ollas que iba encontrando con la ayuda de mi hermano menor, Ernesto, que me acompañaba. Sacamos frazadas, ropa, utensilios de cocina y hasta dinero que encontraba que encontraba disperso por el suelo. Volvimos a la Capilla en donde se encontraban mis padres, quienes al vernos cargados se alegraron en medio del dolor y la tragedia sucedida. De inmediato me dirigí al centro de la ciudad en medio de las calles que estaban desenterrando sus muertos, los montículos de deshechos que por todos cubrían la cuidad. Llegue hasta las puertas del Hospital San Ignacio que a pesar de ser nuevo, había sufrido la caída de una de sus  alas  de sus habitaciones que todavía estaban por inaugurar por parte del Presidente de la Republica: el Gral. Juan Velasco Alvarado. Logre contar l28 muertos que iban llegando de diferentes lugares de la ciudad, allí entre la multitud halle a una de mis primas que estaba llorando la perdida de su señora Madre, la salude y me hice la señal de la Cruz. Camine por el lado del mortuorio hasta la calle Mejía y Mejía, llena de muertos y heridos que colmaban la acera y el hermoso jardín que rodea al nosocomio local. Así pase la tarde de aquel infausto día que siempre he de recordar.

Hoy que se recuerdan los 50 años del fatídico Terremoto, expreso mi recuerdo que por consiguiente cae domingo 31 de Mayo  del 2020.



Epicentro del Terremoto de domingo 31 de mayo de 1970...







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