CUENTINA
EL LENGUADO LUMINOSO DEL MAR
DE SECHIN
Pilar Barrón Tello, escritora y cantautora peruana. |
El sacerdote guerrero
del cerro de Sechín Alto, se levantó muy temprano y les ordenó a los pescadores
que fueran a la playa a pescar porque el curaca quería comer pescado asado.
-Vayan a pescar y traigan tres lenguados grandes –el sacerdote-.
-si amo –respondió uno de los pescadores-.
Salió el grupo de pescadores rumbo a las playas y después de dos horas de pescar muchos pescados, incluyendo los tres lenguados, regresaron a la ciudadela de Sechín Alto y fueron ante el sacerdote. El pescador más viejo le dijo:
-Amo, aquí le traemos los tres lenguados que pidió-dijo el pescador-.
-déjenlos sobre la
piedra y enciendan el fuego para cocinarlos –respondió el sacerdote-.
Los pescadores encendieron un fuego frotando dos palitos sobre la paja seca; el sacerdote incrustó los pescados con un palo puntiagudo y los puso sobre las brasas de fuego para que se cocinen. De pronto, una luz muy blanca iluminó a uno de los lenguados.
Los pescadores encendieron un fuego frotando dos palitos sobre la paja seca; el sacerdote incrustó los pescados con un palo puntiagudo y los puso sobre las brasas de fuego para que se cocinen. De pronto, una luz muy blanca iluminó a uno de los lenguados.
-¡Que es esto! -exclamó el sacerdote-
.
-soy el lenguado luminoso del mar de Sechín –habló el lenguado-.
-¿un lenguado que habla? –Preguntó uno de los pescadores-.
-es imposible, los pescados no hablan –afirmó el sacerdote-.
-yo sí puedo hablar –dijo el lenguado - ya vienen los tiempos de las grandes olas y deben pescar muchos pescados para salarlos y llevarlos con todo el pueblo a la Sierra, donde vivirán muchas generaciones hasta que se calmen las aguas del mar.
-no puedo llevar al pueblo a la Sierra solamente porque un pescado me lo dice, creerán que estoy loco –dijo el sacerdote-.
-soy el lenguado luminoso del mar de Sechín –habló el lenguado-.
-¿un lenguado que habla? –Preguntó uno de los pescadores-.
-es imposible, los pescados no hablan –afirmó el sacerdote-.
-yo sí puedo hablar –dijo el lenguado - ya vienen los tiempos de las grandes olas y deben pescar muchos pescados para salarlos y llevarlos con todo el pueblo a la Sierra, donde vivirán muchas generaciones hasta que se calmen las aguas del mar.
-no puedo llevar al pueblo a la Sierra solamente porque un pescado me lo dice, creerán que estoy loco –dijo el sacerdote-.
-debes creerme –contestó el lenguado luminoso-. Miles de años atrás, ustedes vivían en Huaynuná y les avisé que vendrían las grandes olas, los envié aquí a Sechín y vinieron a Sechín trayendo muchos pescados secos para comer durante años con todas sus familias, ahora deben ir más arriba, a la sierra, buena suerte.
La luz blanca se desvaneció y el lenguado desapareció. Los pescadores quedaron sorprendidos.
-¿quién ha robado mi lenguado?–preguntó el sacerdote-.
-desapareció –dijo el pescador más viejo-.
-imposible, ustedes lo han robado y por mentirosos los voy a echar del pueblo, largo con todas sus familias–dijo molesto el sacerdote-.
El grupo de pescadores fueron a sus casas y prepararon rápidamente su partida de la ciudadela de Sechín, cargaron vasijas, mantas, palos, esteras, canastas y sogas. El pescador viejo les dijo a los demás pescadores:
-Vamos a obedecer al lenguado luminoso, debemos pescar mucho y salar los pescados y en unos días más nos vamos a la Sierra.
Cuando los pescadores y sus familias llegaron a la playa, el pescador más viejo dijo:
-vayan las mujeres a la salinera a traer bastante sal, siete pescadores vayan a Yaután a traer llamas para cargar los pescados secos, otros siete pescadores salgan a pescar, vayan, yo iré a Huanbacho a traer camotes –dijo el pescador más viejo-.
Transcurrió una semana y todos pescaron y salaron cientos de pescados que lucían colgados secándose al sol. Al séptimo día, el pescador más viejo se dirigió a la nueva comunidad:
-Ya hemos pescado bastante, carguen las llamas con los pescados secos, los camotes y los pacaes, al medio día salimos rumbo a la sierra.
Fue así que el grupo de pescadores salieron de Sechín y se dirigieron hacia la Sierra. Llegaron a Buena Vista donde cargaron paltas, mangos y guanábanas y se dirigieron hacia Yaután donde cargaron mucho maní y maracuyás.
-Ahora debemos agradecer a la Mamapaccha por tantas bendiciones –dijo el pescador más viejo-.
Todos los pescadores acompañados de sus familias, realizaron el pago a la tierra, presentando sus ofrendas que consistían en mangos, paltas, pacaes, maíz, chicha de maní, camotes, etc. Luego comieron y bebieron hasta el atardecer, todos sentados en círculo.
-¿Quién va a ser el jefe? –Preguntó un pescador al más viejo-
.
Una de las mujeres jóvenes se levantó y habló:
-desde ahora nuestro jefe será la Mamapaccha a quien escucharemos atentamente para saber vivir en armonía y en paz como era antiguamente, antes que lleguen los incas a dominarnos y tú serás nuestro sabio guía.
Una de las mujeres jóvenes se levantó y habló:
-desde ahora nuestro jefe será la Mamapaccha a quien escucharemos atentamente para saber vivir en armonía y en paz como era antiguamente, antes que lleguen los incas a dominarnos y tú serás nuestro sabio guía.
Todos aprobaron la idea
con alegría. Armaron sus casas con esteras mientras las niñas y los niños
jugaban felices entre los árboles. Pasaron muchos años hasta que el pescado
salado se terminó y el sabio de la tribu dijo:
-Vamos a Sechín a buscar pescado.
-Vamos a Sechín a buscar pescado.
Un grupo de pescadores entraron sigilosamente a Sechín pero observaron que no había nada, solamente conchas varadas por el mar y comprendieron que las grandes olas habían llegado a Sechín arrasándolo todo, sembríos, casa y gentes. Luego de pescar lo suficiente, regresaron a la sierra de Yaután donde vivieron muy felices hasta nuestros días.
FIN
Autora:
Pilar Barrón Tello.
Escuchar tus canciones y leer tus poemas siempre han sido una delicia para mi Gracias por ser tu amigo. |
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