jueves, 28 de febrero de 2013

SANTA MARIA MAGDALENA DE LA CASMA BAJA..- Relato- Autor: Augusto Llosa Giraldo



SANTA MARÍA MAGDALENA DE LA 

CASMA BAJA



Imagen de María Magdalena, Patrona de Casma


Había trascurrido muchos años desde que los pobladores de “San Idelfonso” de la Casma Alta, abandonaran el pueblo luego que el Virrey Amat y Juniet ordenara su desaparición como castigo por el saqueo que realizaron a un barco de la Corona Española, que encallara en “La Catalina” repleto de oro. Su destrucción a punto de fuego fue pavorosa, que no mereció consideración alguna. Las tropas virreinales cumplieron la orden y nada quedo en pie, fueron abatidos muchos de ellos cuando intentaron escapar hacia los montes, los capturados fueron fusilados en el acto; ni hombres ni mujeres se salvaron a pesar de suplicas de  clemencia y refugiarse en la vieja iglesia; todo se redujo a polvo y ceniza, tal como lo registra la historia.

Desde muy temprano las campanas de la derruida iglesia de “San Idelfonso” la única que quedó en pie, convocaba a la población para el traslado de todas sus pertenencias de quienes se habían congregado para realizar el viaje. Fueron alrededor de una cincuenta familias que entre gallinas, ovejas y perros comenzaron a caminar; otros improvisaron carretas con cajones que jalaban algunos caballos y burros; mientras los niños comían cancha y se peleaban entre ellos.
Adelante iban los que algún día fueron encomenderos y familiares de los Melchor Gaspar, ahora desarraigados y huían de la desgracia para comenzar de nuevo, después de todo se habían encariñado con esta tierra y pocas posibilidades tenían para ir a otros lares distantes, en donde su mala fama de malhechores había llegado y era mal visto por los propios españoles y criollos.

La tupida vegetación que cubría el valle dificultaba el éxodo; los viejos algarrobos y huarangos tejían una enmarañada frontera casi impenetrable, cubierto de hojas, y faiques que formaban un colchón que se hundía con el paso de los taciturnos viajeros que a esas horas de la tarde sudaban a chorros, agobiados por la espesura del follaje y sus preocupaciones.

Era memorable ese día no sólo porque este viaje les cambiaba la vida, sino porque deseaban borrar el estigma que los identificaba en la comarca, de ser considerados unos parias, unos miserables y traidores ante el Virrey y el rey Carlos V de España. La caravana lenta se movía casi silenciosa entre la floresta que de rato en rato era interrumpida por unos gritos de horror ante la presencia de unos gigantescos cañanes, y todo tipo de alimañas que salían a su paso de sus refugios habituales. O ante una inmensa culebra que se deslizaba de unas ramas de sauce que cubrían el paso.

De pronto todo el contingente humano tuvo que parar para vadear el Río Sechìn que por esas épocas tenia buen caudal de agua. Lentamente con mucha precaución fueron pasando uno a uno, siendo los niños los más entusiastas al ver inmensos camarones y peces de colores que saltaban de las aguas cristalinas que metros más debajo se juntaban con el Río grande.

Fue el Lic. Bach. Fernando de Castro, sacerdote español, afincado años después de la barbarie colonial, quien dio la orden para que la caravana se detuviera y señalará el lugar más conveniente para construir la ciudad.

De inmediato se congregaron en círculo para dar inicio a una “Misa Te Deun” en donde se agradeció a Dios y se procedió a bendecir a los presentes por la decisión que tomaban. Luego se señalaron y demarcaron los lugares en donde se construiría la Plaza de Armas, la Iglesia, El Ayuntamiento y demás edificios del Cabildo. Terminada la labor de señalamiento se volvieron a reunir para ponerse de acuerdo en el nombre que llevaría el futuro pueblo conforme era costumbre, de acuerdo al calendario Gregoriano que portaba el cura en la mano les señaló que era 22 de Julio y cómo tal ese día estaba dedicado a Santa María Magdalena. Dicho esto procedió a consultar a los presentes su predisposición, quienes al unísono aceptaron con un rotundo sí.
 Luego procedieron a arrodillarse invocando a Dios su conformidad y alegría. Entonces se levantó el cura y con voz fuerte pronunció:

- ¡A partir de ahora este pueblo se llamará: “Santa María Magdalena” de la Casma Baja, acorde con nuestra Santa Religión, que así lo ordena¡

- Y como tal, a partir de hoy 22 de Julio del año 1,751 se celebrará su fiesta en su honor como Patrona de Casma la
Baja.

Los pobladores imbuidos de una contagiosa felicidad universal, uno a uno fueron sacando de sus alforjas y atados que portaban: vino, chicha, tamales, panes, carne asada que fueron consumidas comunitariamente hasta las altas horas de la noche, en medio de cánticos religiosos y otros de variadas tonos que se dejaron escuchar hasta el amanecer de un nuevo  día.

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