EL
MUNDO › EL EJEMPLO DE SYRIZA Y PODEMOS SACUDE A LA POLITICA
EUROPEA
Se viene la “otra” izquierda
Esa “izquierda radical” sopla desde el sur no sólo con ideas nuevas, sino
también con otra manera de formularlas, con otro estilo de encarnarlas y, sobre
todo, con un vigoroso y renovado respaldo en la población.
Desde París.
El tiempo del partido griego
Syriza o del español Podemos puede ser también el tiempo para la reformulación
de una izquierda diferente en varios países de Europa, empezando por Francia.
Esa “otra izquierda” o “izquierda radical” sopla desde el sur no sólo con ideas
nuevas, sino también con otra manera de formularlas, con otro estilo de
encarnarlas y, sobre todo, con un respaldo en la población que ningún otro país
de la Unión Europea alcanza. El partido Syriza de Alexis Tsipras puede
convertirse mañana en el primer movimiento de la izquierda radical que llega al
poder mediante las urnas en el Viejo Continente. El clima de hartazgo
globalizado que atraviesan ciertas sociedades ante el modelo liberal, la
alevosa transformación de los partidos socialistas en mansos agentes del
sistema financiero y el hurto del voto popular por estos mismos partidos
socialdemócratas ha generado rupturas profundas en el seno de la izquierda, que
ahora se traducen en acciones más firmes cuya meta es la transformación y la
formulación de otro modelo.
En Francia, unos 500 dirigentes políticos oriundos
del Partido Socialista, del Frente de Izquierda de Jean-Luc Mélenchon, del
Partido Comunista así como economistas, artistas, sindicalistas, ecologistas o
intelectuales acaban de lanzar un vasto programa de renovación de la izquierda
basado no en un principio de confrontación, sino de inclusión ciudadana para
elaborar una alternativa. En un texto publicado el 22 de enero y titulado
“Obras para el futuro”, los firmantes se pronuncian por el principio de
“construir una alternativa con la urgencia de reconstruir una perspectiva común
frente a las desigualdades que explotan”.
Este pronunciamiento público es
inédito por sus características. Hasta ahora, las apariciones de estos
objetores de conciencia de la izquierda se limitaban a debates o foros sin que
las iniciativas sobrepasaran la mera exposición de ideas carentes de una línea
directora común. Este no es el caso con la propuesta contenida en “Obras para
el futuro”. La plataforma de esta izquierda disidente es más global, más
estructurada y articulada que otras iniciativas precedentes. Lejos de la
verborragia consensual, el texto se pregunta, por ejemplo, “¿cómo un presidente
electo con la fuerza de 17 millones de votos (François Hollande) pudo permitirse
aplicar una política que él mismo denunciaba antes? ¿Cómo una parte de la
izquierda, que afirmaba sin embargo un ideal de cambio, de progreso social y de
justicia, pudo darles la espalda a las exigencias que las llevaron al poder?”.
Ambas preguntas son tanto más pertinentes cuanto que los socialistas franceses
se hicieron elegir con una retórica donde “el enemigo” era “el sistema
financiero” para luego hacer de ese enemigo y de ese sistema el eje de la
política gubernamental.
El texto es apenas el comienzo de una aventura política
con ambiciones importantes. A partir de febrero se organizarán debates y
encuentros bajo el lema “Obras de esperanza” para tratar, por separado, los
grandes temas de la modernidad, sean la ecología, la exclusión o el medio ambiente.
Esta iniciativa naciente tendrá un logo propio, un portal de Internet y se
extenderá por una decena de ciudades del país. Clémentine Autain, portavoz de
una de las organizaciones que son el eje de esta plataforma, Juntos, explica
que “en nombre de la izquierda este gobierno lleva a cabo una política que nos
conduce a un muro. Tenemos la responsabilidad de construir una esperanza en
provecho de una transformación social y ecológica”.
La izquierda de la
izquierda francesa parece así ponerse en marcha con ese modelo asociativo,
descentralizado, abierto, transparente y comunicativo que tanto éxito tuvo en
España o Grecia. Entre la socialdemocracia pactista, el Partido Socialista
prisionero del gobierno y una parte de la izquierda desmenuzada en un montón de
corrientes, la izquierda francesa parecía semimuerta. Por ello, Marie-Pierre
Vieu, miembro de la dirección del Partido Comunista, sostiene que “es preciso
retomar el hilo de los debates, pesar, emitir un signo de que hay vida en la
izquierda”.
Estos debates y encuentros se inspiran mucho en las “asambleas
ciudadanas” organizadas en 2012 por el Frente de Izquierda. Marie-Pierre Vie
explica que “esta vez queremos que la iniciativa escape a los partidos
políticos, queremos que se convierta en un movimiento de implicación
ciudadana”. Ambos términos, implicación y ciudadanía, suenan con acentos
novedosos en un país donde el sistema político y los partidos son como
entidades petrificadas, una suerte de club de poder dramáticamente desconectado
de la ciudadanía. De pronto, en medio de esta agitación de ideas, salen
expresiones o afirmaciones que estaban como anestesiadas por el socialismo
gubernamental: transición ecológica, sobrepasar la monarquía electiva,
propuestas ciudadanas. Esta amplia convergencia es tanto más inédita cuanto que
sus postulados están llenos de palabras e ideas positivas. Clémentine Autain
comenta que “por primera vez podemos mostrar que la alternativa no se plantea
en contra sino para elaborar algo positivo”.
París mira con atención hacia
Atenas. Lo que ocurra allí el domingo 25 de enero será decisivo para la
persistencia de estas “Obras para el futuro”. Clémentine Autain admite que lo
que ocurra en Grecia “hará venir a mucha gente a nuestros debates. Porque allí
se forja la idea de que podemos estar en el corazón y no al margen del poder
político”.
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