LA HUACA
Vuela retrospectivamente mi imaginación hacia el pasado como un acto de rebeldía a todo lo que me rodea, y veo pasar desde lo alto, cómo sí estuviera volando, muchos pueblos grandes y pequeños: escenas cotidianas de hombres y mujeres que laboran en el campo, otros caminantes en un ir y venir presurosos que por ratos la floresta los oculta, o una cola interminable de vehículos motorizados qué cómo pequeñas cucarachas recorren bulliciosas la cinta asfáltica que cubre el tapiz de un territorio que reconozco como mío. Lo que no puedo ubicar bien en el tiempo, es la época, o los años que voy pasando, quiero detenerme en algún recuerdo inmóvil, pero éste pasa como una vieja película en blanco y negro. Insisto, quiero recordar en detalle lo vivido, hago un esfuerzo y por fin la imagen se esclarece, se cuantifica, y me veo solo en lo alto de un cerro, cavando con entusiasmo, en donde encuentro una pequeño niño momificado que ha estado allí enterrado por muchos siglos en esa Huaca que reconozco; el niño habría tenido unos cinco años o más, y fue sepultado con lujoso atuendo, un detalle: todos sus pequeños dedos de manos y pies estaban anillados, con hilos de color, junto a objetos de arcilla que el tiempo a conservado; me da miedo, medito qué hacer con él, y decido volverlo a enterrarlo en su mismo lugar como sino hubiera sido tocado, para que los “huaqueros” no lo descubran y lo dañen. Sólo me llevé como recuerdo un pequeño amuleto de piedra que guardé por muchos años y hoy extraño.
Reanudo mi viaje onírico por un espacio y tiempo no definido que no es fácil reconocer a simple vista; voy divisando con sumo cuidado los lugares poblados e inhóspitos, y al fin reconozco que son los de mi tierra; nuevamente deseo hacer un reconocimiento In situ de un paraje, no importa cual fuera, después de todo es mi tierra amada y la reconozco a cabalidad. Esta vez lo consigo con mayor facilidad, y cuando voy a intentar "planear" mi aterrizaje me doy cuenta que estoy al parecer en el mismo lugar, donde estaba la huaca, el niño de mi pasado que no puedo olvidar, dudo, vacilo.- me interrogo: ¿será el mismo lugar?, pero me cercioro qué efectivamente es el mismo sitio, sólo que esta vez en aquel paraje han construido una torre para antena de televisión, que al verla ha sepultado mi pasado e inquietud para siempre.
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