miércoles, 20 de abril de 2016

14 DE FEBRERO UN DÍA INOLVIDABLE .- Autor: Augusto Llosa Giraldo

14 DE FEBRERO UN DÍA 

INOLVIDABLE

Vista del Penal de Yanamayo, ubicado en Alto Puno

Han trascurrido 22 años desde aquel viernes 14 de febrero  del año 1994 – “Día de San Valentín” - en que fui detenido en la plaza de armas de mi ciudad, Casma – Ancash. Me capturaron porque tenía una requisitoria judicial que desde el Cusco existía contra mi persona de unos hechos ocurridos en el año 1986.

Todo sucedió muy rápido y fui encarcelado, llevado primero a Chimbote en donde me tomaron mi manifestaciones de ley, luego fui trasladado a Lima y depositado en la Carceleta del Palacio de Justicia en donde estuve recluido por más de tres meses, hasta que tuvimos que organizar un “Motín” para que nos trasladaran a un penal y nos juzgaran. Sucedió que con motivo de las Elecciones Generales del año 1985 esa tarde y noche el subterráneo del Palacio de justicia fue abarrotado por personas requisitoriadas que fueron capturados al momento de la salida de sus centros de votación y llevadas a éste lugar que solo podía cobijar a lo mucho unas 150 personas. Al día siguiente nos vimos en medio de un infernal mundo  de gente atiborrada que dormía en los baños, en los pasadizos, todo pestilente e inhumano.

Una madrugada en forma inesperada fui trasladado  del Palacio de Justicia por una de sus salidas, me subieron a una camioneta y me llevaron rumbo al Aeropuerto Internacional “Jorge Chávez” bien custodiado por dos policías bien armados con fusiles AKM con destino hacia el Cusco. Al llegar a la Ciudad Imperial al bajar del avión me subieron a una furgoneta de la policía encapuchado y enmarrocado, me subieron en peso a bordo y en el trayecto del Aeropuerto hasta el Penal de Q’encoro me maltrataron con la cacha de los fusiles golpeándome  la cabeza y partes del cuerpo. Aquí permanecí alrededor de tres meses, conviviendo con los presos “especiales” y al ser sometido a juicio un “Tribunal sin Rostro” me sentenció a seis años de condena.

Posteriormente un 23 de agosto del año 1994 fui nuevamente trasladado en forma sorpresiva, sacado de mi celda a las cinco de la mañana y llevado al Penal de Máxima Seguridad como es Yanamayo. Al llegar a Aeropuerto Internacional “Manco Capac” de Juliaca al ser conducido en una camioneta 4x4 y protegido por dos camionetas que custodiaban la caravana del Coronel director del Penal  a cargo del operativo éste le  pregunta al oficial que estaba a cargo de mi traslado: ¿cuántos años le han dado a este preso?... a lo que el oficial responde: ¡a seis años de condena¡¡¡ mi coronel, éste mueve la cabeza y me mira, y con una sonrisa socarrona señala: ¿ah yo recibo presos de 10 años para arriba…jejeje.¡¡¡

Aquí me volvieron a juzgar nuevamente cuatro años  después, un “Tribunal con rostro” esta vez fue el que me rebajó la condena a cinco años de prisión que los cumplí al interior del Penal de Yanamayo en donde estuve recluido por cerca de 4 años, por el supuesto delito de “Apología” de “terrorismo” en favor del grupo subversivo MRTA. Gobernaba el país, el dictador Alberto Fujimori Fujimori.

En todo este tiempo trascurrido de mi vida que estuve recluido en el Penal de Máxima Seguridad como es Yanamayo, recibí el trato adecuado de mis compañeros de prisión como es del MRTA en donde conviví con ellos cerca de medio año, y en particular la memoria del compañero Américo Gilvonio Conde, Jaime Castillo Petrozzi, entre otros que se me escapan de la memoria, al igual que de los denominados “Presos Independientes” con quienes pasé la mayor parte de mi prisión, cómo olvidar a Alberto Seminario, Hugo Condori Mollocondo, Dionisio Condori Mamani, Cesar Ávila, René Bustios, Augusto Tutacano, entre otros. Pero a quien le debo dar un trato especial y reconocimiento  es a mi compañero y amigo: Christian Iñapi Ramírez, con quien pasé la mayor parte  de mi prisión en Yanamayo. De igual manera  las autoridades penitenciarias siempre me dieron un trato especial en mi condición de comunicador social y escritor.

En todo este tiempo las condiciones de vida al interior del penal eran extremas al comienzo todos los 450 presos que convivíamos sólo teníamos derecho a media hora de uso de patio que después de cerca de un año se fue ampliando, primero a una hora, luego medio día, para al final de mi condena disfrutar de todo el día del patio exterior que significaba tener patio de 8.00 de la mañana hasta las 5.00 de la tarde. Beneficio que abarcaba tanto a presos clasificados en “Alta”, “Media” y “Mínima seguridad Especial” que disponía la ley. Se servía el desayuno a las 7.30 de la mañana, el almuerzo a las 12.30 del mediodía y la cena a las 7.30 de la noche. Al interior de cada pabellón se cerraba las celdas a las 8.00 de la noche, y las luces de todo el penal se apagaban a las 10 de la noche en punto.

En la foto estoy en mi barrio Laykacota - Puno
Los alimentos eran preparados por un equipo de “cocineros”, que eran presos comunes traídos del penal de “La Capilla”  que cumplían el papel de prepararnos los alimentos, pero supervisados por un profesional en nutrición que era remunerado  por la “Cruz Roja Internacional” ente que supervisaba el tratamiento adecuado a los presos de este centro penitenciario. Los alimentos eran distribuidos por los propios delegados de cada uno de los pabellones, quienes salían del interior del penal hacia la puerta para probar y recoger la “paila” que esperaba su traslado. En caso no estaba bien preparada la comida, los delegados se ponían de acuerdo y la rechazaban, ya sea por falta de cocción, sal o el arroz mal cocido, etc. Y tenía que ser cambiado por otros alimentos ya sea frutas, pan o ensaladas.

Cuando sólo faltaba un día para la obtención de mi Libertad, sucedió un hecho que fue noticia nacional: Los Presos de Máxima Seguridad, correspondientes al Pabellón de los denominados “Proseguir” se amotinaron en la segunda planta del penal, causándole la muerte – según se supo después – a un oficial que intentó repeler la acción. Todo el Penal fue acordonado de policías y fuerzas especiales que al final después de tres días fue socavado y llegó la normalidad. En estas condiciones el Director del penal renunció. Yo tenía que haber obtenido mí  ansiada Libertad el lunes 14 de Febrero del año 2000, pero con estos hechos recién salí el miércoles 17 de febrero, porque no había director que firme mi boleta de Libertad.



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