viernes, 22 de febrero de 2013

HORCAJO O LOS CAMINO DE ENREDO.- Autor: Augusto Llosa Giraldo





HORCAJO
O LOS
CAMINOS
DE
ENREDO






Autor: Augusto Llosa Giraldo












“He sido feliz en mis llantos
y  lanzazos, porque fueron
por el PERÚ...”
                                    

                                                           José María Arguedas









                                               Dedicatoria
                                   ______________________

                                   Al Internacional P.E.N  - Club de Londres;
                                   A  sus directivos y miembros de  todo  el
                                   Mundo que me entregaron su amistad y
                                   Solidaridad  fraterna,  mientras  cumplía
                                   Prisión en Yanamayo – Puno.

                                   Y, 
                                     a Carlos Leonel por su apoyo e inspiración
                                   Permanente.






HORCAJO
O LOS CAMINOS DE ENREDO


Introducción


          Los caminos enrevesados de Dios a veces nos conduce por senderos tan disimiles y oprobiosos que nos pone a prueba para constatar si somos capaces de sobreponernos en medio de esa lucha constante  que es el vivir el presente, teniendo al pasado como testigo, y al  futuro como posibilidad no confirmada.
Sólo la fuerza de nuestro espíritu, guiado por una fe y un ideal justo, nos puede llevar a buen recaudo, superar los obstáculos que se presentan y nuestras limitaciones muy humanas que vamos descubriendo en cada uno de nosotros conforme se presentan los problemas cotidianos, y otros de mayor envergadura.
La prisión es uno de esos  lugares en donde se puede constatar a plenitud la soledad, el abandono, y conocer explícitamente la naturaleza real del ser humano en toda su dimensión. Por lo tanto es un lugar propicio para que nuestros sentimientos y cualidades afloren y se pongan de manifiesto a cada instante. Uno de ellos es la pasión por el arte, y en particular  de la literatura.

En este contexto: “ HORCAJO ....” es  una muestra de esa experiencia  que me toco vivir ¡ A Dios gracias ¡ y en  el cual me ha permitido volcar todos mis recuerdos, anécdotas, y ficciones que siempre me han rondado la cabeza; teniendo como motivación e inspiración al desamor, la soledad,  la lejanía de la familia y los amigos más preciados que uno  recuerda a cada instante y duele tener que aceptar  esta  realidad palpable, como sucedió en mi caso.

Como tal, esta es una recopilación de relatos que fueron escritos durante mi prisión en Yanamayo – Puno, entre los años que duró mi estancia ( 1995 – 2000), algunos de los cuales fueron publicados en la Revista Literaria “AZUL” que fundé y dirigí por esos años, junto a un grupo humano inolvidable, con quienes compartí esta inolvidable experiencia. Como olvidar a: Eleuterio Ramos Vilca; Freddy Luque Chuquija; Ricardo Condori  Álvarez; Bernardo Morales Bustios; César Ávila Casas; y Cristian Iñapi Ramírez; entre otros que aún purgan condena, y cuyo delito fue, haber tenido la osadía de levantar su voz, su protesta en contra de la injusticia, el hambre y la miseria que aún subsiste en el país, y que los gobernantes de turno representan y defienden como en la actualidad.

“HORCAJO...” sintetiza esa confluencia, la conjunción de mundos diferentes que han compartido conmigo esta vivencia, que juntó a hombres y mujeres de “Todas las sangres”  como escribiera José María Arguedas; es decir cada uno con una visión cognoscitiva diferente de la  Costa, Sierra y Selva; con sus problemas, inquietudes, capacidades y limitaciones que hoy los recuerdo y que jamás olvidaré; con quienes no sólo compartí alegrías, tristezas, sino sobre todo; sueños y esperanzas.

 Por ello, espero que muchos de estos casos puedan  merecer la comprensión de la ciudadanía, no solo nacional, sino internacional, por el abuso  cometido durante la dictadura Fujimorista que se ensaño con sus víctimas, para así poder reivindicar a muchos inocentes que aún purgan condena injusta en las mazmorras oprobiosas de las cárceles del Perú.
Mi eterno agradecimiento a los amigos integrantes del INTERNACIONAL PEN – de Londres  por su Solidaridad y apoyo que recibí  de una manera desinteresada, acción que  fue vital para darme fuerzas y poder hacer realidad este pequeño esfuerzo literario que por esas casualidades de la vida, lo inicié un seis de Marzo sin saber que  era la fecha de muerte de Carlos Oquendo de Amat, el más grande poeta puneño, muerto en Navacerrada – España, porque: “Mi palabra esta prisionera en tu ternura”, Carlos, y en tu tierra que me acoge y la acepto con sus riesgos y temores;  y fue terminado un 15 Abril, cuando : “Esta tarde llueve como nunca, y no tengo ganas de vivir corazón”, y César Vallejo moría en esa fecha en París – Francia, lejos de todos, como yo de ustedes.

Que este pequeño aporte sirva para reflexionar, y saber  qué aún en las peores condiciones el ser humano es capaz  de  adaptarse y  soñar libremente,  a sus anchas como en este caso.



Casma,  Febrero del 2013.


Augusto Llosa Giraldo
Autor








RELATOS








EL ENCUENTRO

           
            Entre el recodo abrupto del camino a La Palma, se bifurcan dos sendas angostas, pedregosas; Una hacia la parte baja del río y otra serpentina hacía lo alto de la montaña. Allí dos hombres se entrecruzaron en medio de un amanecer sombrío; cúmulos de nubes
Algodonados, semioscuros brillaban anunciando una lluvia tenaz, prolongada.

Ambos llevaban prisa que no les dio tiempo para hacer un alto y saludarse;  apenas si se miraron y con la vista uno de ellos asintió un leve reconocimiento que muy pronto el fuerte chirriar de los grillos hicieron olvidar.
El primero de ellos era joven y bajaba trémulo a grandes pasos con la cara desencajada por la angustia. Hacia semanas que por su trabajo en la mina no sabia nada de su esposa que se encontraba en días de parto, era primeriza y vivían lejos del poblado más cercano, y eso le preocupaba. En cambio el segundo caminante,  maduro era diferente; subía con pasos calculados y en su mirada profunda dejaba entrever malicia que su rostro cetrino no podía ocultar.

La lluvia amenguó un poco su gravitante poder y el efecto deslumbrante de los primeros rayos exacerbaron el ánimo ponderado de los hombres. En horas de la tarde la calma retornó lo que permitió que la gente se hiciera nuevamente al campo. En esta circunstancia los dos hombres volvieron a encontrarse entre el lodazal intransitable de una peligrosa ladera que la casualidad los volvía a juntar.
Eran los mismos viajeros que horas antes se habían cruzado, pero esta vez, uno venía borracho, encharcado de lodo con la mirada absorta, perdida; en cambio el mozo tenía el caminar lento con los ojos llorosos y el espíritu abatido.

Ambos se reconocieron e hicieron un alto forzoso  en medio de un roquedal  que cómo cornisa los protegía de la lluvia; hubo un primer silencio que el más viejo balbuceante, rompió;

.- ¡Soy un desgraciado ... maté a mi mujer y a su amante, porque los
      Encontré durmiendo juntos... ¡

Volvió el silencio  a  cubrir  todo el contorno  agreste  que  los  rodeaba; Entonces, botella en mano el primero y casi cayéndose le ofreció un trago de licor al joven minero, qué cómo un autómata recibió, y  sin mediar palabra alguna se lo llevó a la boca hasta secarle en medio de gruesas lágrimas que cubrían sus grandes ojos negros, se recostó a una roca  y levantando la mano con voz entrecortada, dijo:

.- ¡Yo soy otro desgraciado, llegué a mi casa justo cuando estaban
      Velando a mi pobre esposa... ¡

Está confesión inusual tranquilizó un poco el ánimo ya que habían desfogado inconscientemente su desgracia que los unía, identificándose ambos como unos hombres marcados por la desdicha. Entablaron una breve conversación  y comenzaron a caminar lentamente en una  misma dirección;  buscaban más alcohol. Muy cerca de allí se detuvieron para comprar en un pequeño “tambo” el
Bálsamo que calmara sus penas y sufrimiento.

Minutos después, ambos  apenas podían sostenerse abrazados, caían y se levantaban  hasta que sorpresivamente apareció un tropel de caballos en veloz carrera por la parte curva más estrecha del camino que no les dio tiempo para guarecerse y evitar el peligro: ambos  fueron pisados y barridos, cayendo en el inevitable y profundo  cause del río que fue la tumba para los infortunados hombres que el tiempo y el destino juntó para siempre.













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