miércoles, 10 de agosto de 2016

LA NOCHE Y LA OSADIA SON FRIAS. Autor: Augusto Llosa Giraldo




LA NOCHE Y LA OSADIA SON FRIAS

A los hombres  mujeres que entregaron su vida en busca de
mejores condiciones de vida y que cayeron en su intento, 
les dedico este pequeño esfuerzo literario ...




El frio era aterrador, serían más de la media noche, las calles estaban desiertas cuando tres personas merodeaban una céntrica calle de  la ciudad. Caminaban en aparente sospecha y sigilosamente. Eran miembros de una organización política denominada “subversiva” que trataban de realizar pintas de su organización y pegado de afiches. La osadía no tiene límites para éstos jóvenes que pretenden tomar la propia plaza de armas y pintarla a su  libre albedrio, avanzan lentamente con paso firme para dejar su marca indeleble que llame la atención a los vecinos de la ciudad. Uno de ellos que hace el papel de “campana” que camina en paralelo a ellos, les pasa la voz con ademanes que solo ellos saben descifrar para realizar el trabajo que rápidamente se ejecuta en una de las calles laterales que da a la propia plaza muy cerca del local de la policía. 


En cuestión de segundos lo han logrado y avanzan a realizar otra pinta esta vez a un costado  de la Iglesia Matriz, y cuando ya lo van a lograr, ocurre lo inevitable. Son descubiertos por dos policías que comienzan a corretearlos con pito en mano ocasionando todo un alboroto por las calles adyacentes que solo algunas personas pueden observar a esas horas  de la noche. Son capturados, enmarrocados y llevados caminando  al local policial en donde les toman sus manifestaciones de ley y recluidos de inmediato en un calabozo en donde solo había las cuatro paredes y el piso frio que los acoge esa noche.


El tercer participante que hacía de “campana” y no fue cogido por la policía de inmediato se encamino a la casa donde operaba la célula del partido, ingresa preocupado al edificio en donde alquilaban una habitación y lo primero que tiene que hacer es destruir documentos importantes de la organización y coge  materiales de guerra como son revólveres, capuchas, el “burrito” casero de impresión que los coloca en maletines y morrales  que tienen que desaparecer de inmediato. Luego de quemar documentos y arrojarlos por el sanitario del baño, sale llevando los implementos, y unos metros más allá de la habitación toca una puerta que inmediatamente le abren dos hermosas chicas que al verlo un poco asustado y a esas horas de la noche  lo dejan entrar y cierran la puerta.


La preocupación de los compañeros del comité político paso luego de varios días de tensión porque no sucedió nada fuera de lo normal en la detención policial de los dos jóvenes que fueron apresados esa noche víspera de la fiesta de San Juan, solo un detalle paso que al ser atrapados  esa noche les incautaron dos baldes de pintura y unos afiches pertenecientes al grupo “alzado en armas” que por esos años todavía no era notoria su actividad política llamada “subversiva”. Llevados a juicio los jueces no pudieron condenarlos porque las pruebas que señalaban habían desaparecido como por arte de magia. Que había ocurrido si las pruebas incriminatorias se encontraban junto con el atestado policial, lo que sucedió a la postre y que la policía y menos los jueces jamás se enteraron es que una de las chicas del edificio en donde se escondió  el susodicho pertenecía a la organización política de los propios encausados que se libraron así de  la prisión por el delito de “apología" ...


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