viernes, 31 de mayo de 2013

CASMA: NO TAN LEJANO OESTE. Autor.- Mirko Lauer. Diario "La Repùblica". Lima

CASMA: NO TAN LEJANO OESTE
Miércoles, 22 de mayo de 2013 |

 Autor: Mirko Lauer

Los sicarios, o pistolocos, como también son conocidos en Colombia ya son parte del paisaje criminal peruano. Corresponden a una división del trabajo donde un delincuente mata por encargo. Si bien la palabra evoca a un asesino profesional, las trayectorias de estos individuos no suelen ser largas. Son fácilmente capturados, y a veces incluso eliminados por quienes los contratan.
Es notorio que este tipo de criminal se encuentra en la parte más baja del crimen organizado. Realiza la tarea más expuesta, suele ser muy joven, incluso menor de edad, y las sumas que los capturados declaran haber recibido por su tarea sugieren una situación de pobreza. La actitud es totalmente amoral, con una cierta confianza en que saldrán bien librados del asesinato cometido.
Algunos incluso se solazan en la efímera notoriedad alcanzada. Otros, como los de esta semana en Casma, se cubren la cara como pueden, probable señal de que desean estar disponibles para futuras fechorías. En efecto, la atención de los medios o del público no los sigue por mucho tiempo, y no descartemos que algún sicario capturado haya podido luego retomar la actividad.
Detrás de esta actividad, relativamente nueva en el Perú, hay una cultura de la violencia cuyo cimiento está en la percepción de que la vida, la ajena y la propia, no vale nada. Es el espacio de las bandas centroamericanas, los carteles colombianos y mexicanos, y todo el sistema de narrativas a través de las cuales él se autoglorifica. Es esencialmente un mundo de psicosis y de estupor.
En verdad, asesinar por encargo es una de las profesiones más antiguas. Lo que en el Perú de estos años le da un sesgo particular es el vínculo con los negocios y la política, sobre todo en regiones que han accedido a formas de prosperidad. Luego está el telón de fondo de una creciente impunidad, en que ni la policía ni el sistema judicial, y para el caso tampoco la cobertura periodística, se dan abasto.
El caso de Casma es emblemático. El alcalde de la ciudad, un fiscal, un ex policía, un empresario minero, y ahora un comerciante, son parte de la luctuosa lista de estos últimos meses. No sorprende que medio millar de personas haya producido destrozos en la comisaría local, en un intento de linchamiento de los sicarios capturados.
El nuevo alcalde y la policía se declaran desbordados por la situación. Lo cual probablemente incluye la falta de una investigación suficiente sobre quién o quiénes han puesto en marcha este ciclo de asesinatos. Mientras tanto las bandas de jóvenes maleantes, las canteras del sicariato, protagonizan enfrentamientos en las calles.


(Diario La República)

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