El autor, junto a mi sobrino: Christian Estrada Llosa y mi amigo entrañable: Guilder Gómez Gaytan. |
EL SUEÑO
Todo
lo había
preparado con anticipación para celebrar el “Día de San Valentín”,
lamentablemente el caluroso verano del norte no lo dejó dormir esa noche entre
el sopor y sus preocupaciones cotidianas. Fue una noche de sobresaltos y
entresueños que lindaban con pesadillas cada vez que acentuaba el sueño, entre
el seco descanso de sus familiares que dormían y la constante soñolencia de sus
temores. ¿Qué le remordía y lo intranquilizaba en la subconsciente? En varias
ocasiones despertó sudoroso, jadeando y, nuevamente trataba de conciliar el
sueño. En esos instantes se le agolpaban recuerdos idos, viejos, y una lejana
percepción instantánea que no podía descifrar. Era una sensación angustiosa,
nihilista, vaga que le recorría todo el cuerpo, pero a pesar de todo trataba de
serenarse y volver a cerrar los ojos.
Sus padres que dormían en el
cuarto contiguo notaron su incomodad y quejidos angustiosos que susurraba entre
sus rígidos dientes que chirriaban y la voz gutural que dejaba filtrar a duras
penas. Ante esta inconformidad su madre con sumo cuidado ingresó a su cuarto,
prendió la luz y notó que temblaba, y de su cara desencajada brillaba un fino
sudor; lo cubrió con la colcha que había caído y salió sin entender qué le
ocurría a su hijo.
La tranquilidad habitual de
la familia se rompió ese amanecer del catorce de Febrero, entre la noche que se
disipaba y la turbulencia del sueño de Marcos que de rato en rato mediaba una
calma abrumadora y amenazante que no dejó dormir a nadie en casa. Al llegar el
nuevo día la aparente tranquilidad se dejó sentir, entonces éste se sumergió en
un profundo sueño invernal luego de una tensa lucha por descansar.
Estaba agotado, extenúe;
comenzó a roncar con profundidad y largos intervalos. En ese momento afloró en
su entorno mental una onírica secuencia de imágenes diversas que se
contraponían unas a otras, no las podía hilvanar, ordenar. Cuando se disponía a
reconocer a estos personajes difusos, irreconocibles, éstos se diluían, se
borraban lentamente como por efecto de una lluvia perspicaz; una a una
gritaban, corrían hacia el desesperadamente, mientras en el trayecto se
desgarraban en medio de un vocerío aterrador y lacerante que lo hacia
estremecer y sudar frío.
Pasaron segundos de sueño
profundo y nuevamente volvían aparecer cuadros de diversas imágenes que no
podía reconocer.
Esta vez se vio solo al
borde de un profundo abismo, debajo de cuyos pies corría un caudaloso y
ondulante río que tenía que cruzar, pero su miedo lo hacía temblar y luego la
secuencia diabólica desaparecía. Esta visión espeluznante de fantasmas y
tétricos personajes que lo acosaban volvía a repetirse. Y en el momento
culminante de este revelador sueño, se vio parado frente a un tribunal de
jueces que como verdugos portaban hachas y machetes relucientes, todos
encapuchados en macabra sesión deliberativa. Sorpresivamente se levantan y
comienzan a perseguirlo por unas calles desoladas, luego ingresan a inmenso
bosque lleno de obstáculos; la persecución es implacable entre árboles gigantes
y de diverso color, pero cuando corría voltea y se da cuenta que son niños que
con alegre mirada angelical y con los brazos abiertos lo llaman por su nombre.
Cansado se detiene, y cuando cree que se ha
librado de sus captores, se da cuenta que son pequeños vampiros con largos
dientes que pretenden atraparlo; reanuda la huida , sube por una escarpada
ladera, mira hacia lo alto y cuando creía haber escapado, aparecen más de éstos
diabólicos seres que lo acorralan , no tiene salida; entonces grita,
llora…entonces despierta sobresaltado, sudoroso, no entiende que ha
pasado, se revuelve cansado en la cama, medita, y a un llamado de su
madre, contesta; reponiéndose se viste y sale; todavía en su cabeza pesaban
algunas ideas absurdas y las escenas de la noche tormentosa que aún lo
inquietaba.
Se servía el desayuno en el
comedor en donde cruzó algunas palabras con sus padres que lo miraban
preocupados y en silencio, cuando de pronto tocan la puerta con insistencia,
presuroso la abre, y observa que son numerosos policías que lo interrogan en el
acto y lo detienen.
Qué había sucedido esa noche
del martes, al parecer la premonición se anticipó a los hechos, o es que la
casualidad siempre presente se había jugado todo por el.
Queda la duda, lo cierto es que Marcos aún sigue inmerso en un largo sueño del cual todavía no despierta.
Queda la duda, lo cierto es que Marcos aún sigue inmerso en un largo sueño del cual todavía no despierta.
(Fue
publicado en la Revista Literaria “AZUL” No. 04 – 97)
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