miércoles, 14 de noviembre de 2012

EL SUEÑO.- Relato. Autor: Augusto Llosa Giraldo.


El autor, junto a mi sobrino: Christian Estrada Llosa y mi amigo
entrañable: Guilder Gómez Gaytan.


EL SUEÑO


Todo lo había preparado con anticipación para celebrar el “Día de San Valentín”, lamentablemente el caluroso verano del norte no lo dejó dormir esa noche entre el sopor y sus preocupaciones cotidianas. Fue una noche de sobresaltos y entresueños que lindaban con pesadillas cada vez que acentuaba el sueño, entre el seco descanso de sus familiares que dormían y la constante soñolencia de sus temores. ¿Qué le remordía y lo intranquilizaba en la subconsciente? En varias ocasiones despertó sudoroso, jadeando y, nuevamente trataba de conciliar el sueño. En esos instantes se le agolpaban recuerdos idos, viejos, y una lejana percepción instantánea que no podía descifrar. Era una sensación angustiosa, nihilista, vaga que le recorría todo el cuerpo, pero a pesar de todo trataba de serenarse y volver a cerrar los ojos.
Sus padres que dormían en el cuarto contiguo notaron su incomodad y quejidos angustiosos que susurraba entre sus rígidos dientes que chirriaban y la voz gutural que dejaba filtrar a duras penas. Ante esta inconformidad su madre con sumo cuidado ingresó a su cuarto, prendió la luz y notó que temblaba, y de su cara desencajada brillaba un fino sudor; lo cubrió con la colcha que había caído y salió sin entender qué le ocurría a su hijo.
La tranquilidad habitual de la familia se rompió ese amanecer del catorce de Febrero, entre la noche que se disipaba y la turbulencia del sueño de Marcos que de rato en rato mediaba una calma abrumadora y amenazante que no dejó dormir a nadie en casa. Al llegar el nuevo día la aparente tranquilidad se dejó sentir, entonces éste se sumergió en un profundo sueño invernal luego de una tensa lucha por descansar.
Estaba agotado, extenúe; comenzó a roncar con profundidad y largos intervalos. En ese momento afloró en su entorno mental una onírica secuencia de imágenes diversas que se contraponían unas a otras, no las podía hilvanar, ordenar. Cuando se disponía a reconocer a estos personajes difusos, irreconocibles, éstos se diluían, se borraban lentamente como por efecto de una lluvia perspicaz; una a una gritaban, corrían hacia el desesperadamente, mientras en el trayecto se desgarraban en medio de un vocerío aterrador y lacerante que lo hacia estremecer y sudar frío.
Pasaron segundos de sueño profundo y nuevamente volvían aparecer cuadros de diversas imágenes que no podía reconocer.
Esta vez se vio solo al borde de un profundo abismo, debajo de cuyos pies corría un caudaloso y ondulante río que tenía que cruzar, pero su miedo lo hacía temblar y luego la secuencia diabólica desaparecía. Esta visión espeluznante de fantasmas y tétricos personajes que lo acosaban volvía a repetirse. Y en el momento culminante de este revelador sueño, se vio parado frente a un tribunal de jueces que como verdugos portaban hachas y machetes relucientes, todos encapuchados en macabra sesión deliberativa. Sorpresivamente se levantan y comienzan a perseguirlo por unas calles desoladas, luego ingresan a inmenso bosque lleno de obstáculos; la persecución es implacable entre árboles gigantes y de diverso color, pero cuando corría voltea y se da cuenta que son niños que con alegre mirada angelical y con los brazos abiertos lo llaman por su nombre.
 Cansado se detiene, y cuando cree que se ha librado de sus captores, se da cuenta que son pequeños vampiros con largos dientes que pretenden atraparlo; reanuda la huida , sube por una escarpada ladera, mira hacia lo alto y cuando creía haber escapado, aparecen más de éstos diabólicos seres que lo acorralan , no tiene salida; entonces grita, llora…entonces despierta sobresaltado, sudoroso, no entiende que  ha pasado, se revuelve cansado en la cama,  medita, y a un llamado de su madre, contesta; reponiéndose se viste y sale; todavía en su cabeza pesaban algunas ideas absurdas y las escenas de la noche tormentosa que aún lo inquietaba.
Se servía el desayuno en el comedor en donde cruzó algunas palabras con sus padres que lo miraban preocupados y en silencio, cuando de pronto tocan la puerta con insistencia, presuroso la abre, y observa que son numerosos policías que lo interrogan en el acto y lo detienen.
Qué había sucedido esa noche del martes, al parecer la premonición se anticipó a los hechos, o es que la casualidad siempre presente se había jugado todo por el.
Queda la duda, lo cierto es que Marcos aún sigue inmerso en un largo sueño del cual todavía no despierta.


                                      
(Fue publicado en la Revista Literaria “AZUL” No. 04 – 97)           

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