Quizá porque al nacer fuiste a
dar de boca contra esta salobre y arenosa tierra
Chimbotana.
Quizá porque tus primeros pañales
fueron una sudada camisa de
Siderúrgico y de frazada una
chompa de pescador.
Quizá por eso Madre mía cantas
canciones que sólo
Entienden el mar, el viento y oscuro cielo.
Quizá porque el duro cristal de tu niñez y juventud
Se fundió y labró con la dura
lisonja porteña,
El mísero salario, el fuego de los
rojos
Chimbotanos, las bullicias ferias,
Las canciones de Los Pasteles
Verdes, la cruz
truncada,
Las procesiones y el
Libro rojo de
Letras
Pequeñas
Que
Te
Regalaron.
Quizá porque viste, ves y verás el saqueo
del mar,
De la sangre, de las ideas y del
medio ambiente éstes siempre alerta.
Madre, quizá por todo esto estás
siempre hacendosa ganándole al tiempo espacio
para respirar
y de muy temprano preparando el fuego, el escupitajo, el cristal
y arrullando el trigo.
Por eso estás al final del día con
los puños cerrados lanzando una sonrisa
De triunfo con tu pan bajo el
brazo.
Madre, tú que nunca dejas de
señalar derroteros,
Tú que nunca dejaste de traer
plateados
Peces, y duros panes a nuestra mesa
De adobe. Deja que te regale
Un poema, una flor roja,
Un beso con sabor
A pan fresco
Y juntos
Vayamos a tocar las puertas
De este inmenso puerto
Para salir todos
A cantar y
Compartir
La alegría
De este
día.
ALBERTO PINAZO ALVARADO
(Lima – Perú.) Laboratorista,
tornero, pintor, escultor, comerciante, actualmente radica desde hace varios años en la Ciudad de Casma, en donde es un próspero comerciante. Esta poesía fue publicada en Madrid - España, en un Poemario publicado el año 1,977.
Una pequeña muestra de su talento en el tallado en madera, el "Tiburón Sonriente" |
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