martes, 6 de noviembre de 2012

MI PEQUEÑA GAVIOTA. Autor: Augusto Llosa Giraldo




MI PEQUEÑA GAVIOTA

(Para B.G.M  con emoción bravía y selecta.)




Las  gigantescas olas golpeaban sin cesar la pequeña costa de mi isla escondida en medio de la mar en donde pernoctaban asustadas todo tipo de aves que no lograron alcanzar la costa antes del anochecer.
Entre ellas una pequeña colonia de gaviotas se escondían entre los escondrijos resbaladizos hasta donde llegaba con fuerza inusitada las olas una tras otras, en una noche tormentosa que no tenía cuando acabar. 

En medio de este panorama convulsionado una pequeña gaviota se escondía debilucha, muerta de miedo que tiritaba de frío junto a su madre y hermanos mayores que no se cansaban de darle fuerza, valor.
Llegada la mañana la calma se hizo presente en medio de un mar esplendoroso que brillaba con un sol que parecía arder.

Una a una las aves se acicalaban y calentaban sus alas con un batir incesante que denotaba alegría y predisposición a partir de inmediato para alcanzar su destino.
Los primeros en levantar vuelo fueron los pelícanos pesados, seguidos de patillos que no dudaron en lanzarse al agua en medio de un bullicioso agitar y alboroto.
Las gaviotas en cambio demoraban en hacerse al espacio porque uno de ellos, presa de miedo se resistía a volar, tenia  temor porque sufría de mal de altura. Y era miope y esa noche aciaga había perdido sus anteojos y como tal no podía visualizar bien a lo lejos.

Luego de una larga discusión  todas las gaviotas la conminaron a volar, de no hacerlo se quedaría sola en aquella isla abandonada, estaba sentenciada a volar o a morir.
La gaviota mayor que parecía ser el jefe de la bandada fue la primera en remontar su vuelo, le siguieron los demás y cuando parecía que la pequeña gaviota vacilaría, ésta se lanzó al espacio con evidente temor que poco a poco fue superando, y siguió a la distancia a la colonia hasta alcanzar la costa horas después.

Su llegada fue celebrada con mucha alegría, y partir de este momento nunca más tuvo miedo a la altura,  y el problema de su antigua miopía de pronto desapareció sin mayor explicación.

Tortugas, 02 de marzo 2013

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