lunes, 6 de agosto de 2012

HOMENAJE A CARLOS OQUENDO DE AMAT




HOMENAJE A CARLOS  OQUENDO  Y AMAT

En esta noche lluviosa, puneñista, muy cerca de tu tierra amada; con ese olor propio de tu tierra santa, leo pacientemente el voluminoso esfuerzo de tú condición; conozco tu pobreza franciscana, cómo tu grandeza inolvidable por los pobres que fue el final de tu inmolación en  Navacerrada, Carlos.
Y, cómo nos duele saberte tan lejano para llevarte un poquito de mi aliento, de mi añoranza provinciana que te acoge humildemente, y te hace suyo, hermano.
Cómo pudiste soportar tanto lo que pocos han escrito, o han callado cómplices para ocultar la genialidad propia de tu pluma invencible en donde el verbo rebelde te recuerda y llora en la profundidad roja de mi corazón que sufre la ausencia de tus latidos que ya no dan la hora en estos años insulsos, dolidos que nos consumen a pocos, en un rincón olvidado de tu pueblo, que sufre como yo y no te olvida.
Disculpa, hermano por estas palabras embebidas, nostálgicas, pero te prometo por estas rejas frías que me enrejan, y el aire tuyo que respiro, que no cesaré en devolverte el favor que te tengo pendiente por haberte conocido voluntariamente en abril, y mas exactamente un catorce más un día. Porque a decir verdad, te debo mucho de ésta inspiración que me a cogido plenamente hasta el cogote, y a inundado tus palabras todas mis neuronas – cómo dulce savia – para no olvidarlas ¡Nunca!, pronto te visitaré para dialogar y confesarte personalmente una verdad indiscutible, amigo Carlos Oquendo de Amat.

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