miércoles, 19 de septiembre de 2012

EL ALGARROBO .- Autor: Augusto Llosa Giraldo


EL ALGARROBO 



( Para J.R.A que me inspiró este relato)

El desarraigo familiar los llevó a trajinar por diversos lugares de tierras lejanas en donde el padre no encontraba trabajo para paliar el hambre que los consumía de a pocos. De lo que fue la familia inicial sólo quedaban tres, dos habían sido vencidos por la hambruna y la tristeza, los lloraron y tuvieron que enterrarlo en cualquier terreno baldío. Para muchos amigos que conocían a este clan familiar- al parecer- sufrían de una enfermedad congénita o una maldición que no encontraban explicación alguna.

De tanto caminar por tierras desconocidas, llegaron a esta tierra en donde se plantaron de pronto, había agua cristalina que discurría de un pequeño río y una inmensa floresta rodeada de algarrobos, formaba un oasis perfecto en medio de un desierto que los rodeaba lleno de variadas especies de animales que podían cazar a su gusto. Decidieron acampar y quedarse unos días, armaron una pequeña choza junto a un frondoso algarrobo, y al final el cansancio,  los  hizo dormir en un profundo sueño que los atrapó a los tres.

Por coincidencia los tres tuvieron el mismo sueño, soñaban que el algarrobo que los protegía les hablaba despacio a cada uno con una voz melodiosa, como tratando de acurrucarlos y darles confianza, y cuando se dieron cuenta en su sueño, cada uno de ellos fue envuelto por sus pequeñas ramas que olían a un perfume embriagador y de cada faique que colgaba, salía una música suave, deliciosa que jamás habían escuchado, entonces se estremecieron, tuvieron miedo.
No había caso, se encontraban atrapados por ese enorme árbol que había de pronto cobrado vida, quien al son de un extraño sonido que emanaba del entorno, todos los árboles  se movían en un sincronizado vaivén, y era tanta la alegría que irradiaba en el entorno que las lagartijas y los cañanes salieron de sus escondrijos y en perfecta armonía se contorneaban, mientras que los zorrinos y los pumas del monte salían en calma  en aparente señal de aprobación.

Lo que parecía ser un sueño o una pesadilla se había convertido en una absurda realidad del que no salían, muy a pesar del esfuerzo inicial. Pasados los minutos y las horas, uno a uno fueron cayendo en un profundo sueño, se olvidaron de todo cuánto les rodeaba. Este acontecimiento trastocó la memoria de cada uno, y les fue borrado todos los males y los malos recuerdos que guardaban en lo más profundo de la subconsciente, así como de imágenes y marcas de sufrimiento que les laceraba su humilde vida, su humilde condición.
En cambio el algarrobo les hizo conocer la técnica del preparado de la sabrosa algarrobina, así como del tostado del faique para preparar el codiciado “café”, amén de otros usos domésticos, como en la crianza de abejas para producir miel, o engordar el ganado caprino, o lanar, especies que  tiene en la costa norte del Perú.

Las horas habían trascurrido sin que nadie se dé cuenta, salvo los mamíferos de diferentes especies que se habían congregado alrededor de ellos, pero ellos  aún dormían un plácido sueño; pareciera que esta familia nunca había dormido mejor que esa tarde. Fue el calor sofocante del mediodía que los hizo despertar y de pronto se sintieron como nuevos, con mucho ánimo, se miraron a los ojos y notaron que tenían otra semblante y  hambre que los consumía, lo primero que hizo el padre por instinto, fue comenzar a masticar los faiques que como colcha entarimaban el suelo, y olían bien, al verlo lo siguieron madre e hijo. Probaron que el sabor del faique, era dulce, y  delicioso, los disfrutaron hasta cansarse. Recuperaron fuerza y no tuvieron mejor idea que darse un chapuzón en el riachuelo que se encontraba frente a ellos.

Antes del atardecer reforzaron la precaria choza hecha de palos y ramas que los cobijaba, charlaron  y decidieron pernoctar por un buen tiempo en dicho lugar, en donde percibían estar protegidos por una extraña sensación que no encontraban explicación, observaron además que allí nada les faltaría. 
Esa  noche volvieron a dormir juntos alrededor del viejo algarrobo que los acurrucó como a niños para que no tengan frio, y volvieron a  escuchar la música que del  algarrobo sin duda  provenía. 


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