EL MANCHÁN
(Una aproximación hacia su verdad)
Es una gigantesca y
ondulante duna de arena que tiene la forma de una serpiente, ubicada al sur- oeste de la ciudad de Casma, y su
presencia está íntimamente ligada a la historia del valle, conforme lo reconoce
por ejemplo Don Jaime López Raygada, en su famosa “Monografía de Casma”, entre
otros escritores casmeños.
Sobre el Manchán se han
tejido una infinidad de historias y leyendas misteriosas que se remontan a
épocas inmemoriales; por ejemplo uno de los acontecimiento más saltantes que ha
marcado a los casmeños de muchas generaciones, es el hecho que esta formación
geográfica haya sido considerada por los lugareños como un lugar “encantado”,
“maldito”, “embrujado”, que nadie podía siquiera acercarse, como dan fe
nuestros ancestros.
Una de las leyendas por
ejemplo nos dice, que en ciertas noches de luna llena, sale una hermosa mujer a
bañarse en el río, cerca a la curva que
dobla por el Manchán, viste traje plateado y en muchas ocasiones a encandilado
a hombres que atraídos por su belleza cayeron
en sus manos y nunca más los volvieron a ver.
Otra versión señala: que hay
noches de plenilunio que se puede divisar al fondo del Manchán una “procesión”
de hombres y mujeres que se desplazan en fila “india” portando velas y cirios en señal de duelo.
En todos los casos, siempre
hay de por medio una mujer, como aquella leyenda que señala, que un
jovencito lugareño cazaba camarones en
la ribera del río, junto a su hermano menor, hasta que se le aparece una
hermosa mujer mayor que él, que lo llama por su nombre y los acompaña por un buen trecho del río, diciéndole que al
día siguiente lo volvería a buscar. Así pasaron varios días hasta que
desapareció sin dejar rastro alguno, los familiares lo buscaron hasta el
cansancio, y sólo quedo entre ellos, los hechos narrados por el hermano menor.
Pasaron muchos años, hasta
que un buen día regreso el jovencito
perdido, buscó a sus padres y los encontró, completamente ancianos, que en un
primer momento no lo reconocieron, tuvo que convencerlos para que lo aceptasen entre ellos. Allí les contó lo que había
sucedido, y les dijo que se había casado con una mujer muy bella y que vivían
felices, pero que tendría que volver una vez que la sandalia de cuero que
calzaba se acabará. Cuando llegó ese día, tuvo que retornar porque esa fue la
promesa que le hizo a su esposa, que era la dueña del Manchán.
Se cuenta además, que en la
curva del Manchán, antes existía una
laguna de aguas cristalinas, poblada de enormes camarones y peces de colores
que nadie osaba siquiera tocar sus límpidas aguas.
Como una demostración
palpable del miedo que causaba su presencia entre la población casmeña, la
Iglesia Católica, tuvo que intervenir para combatir este “conjuro” o
“maldición”. Por ello, la Patrona de Casma
“Santa María Magdalena” en su Fiesta jubilar del 22 de julio era llevada
cada año en procesión hasta este lugar, por el camino antiguo que salía por
Carrizal, acompañada de cientos de feligreses
que llegaban de todas partes del valle, en medio de cánticos y pedidos
a Dios para “calmar” la furia del
Manchán.
Se comenta que muchos
casmeños que se atrevieron a ingresar en sus arenas desaparecieron, otros quedaron “locos”, o
desquiciados…
Otra versión señala, que los
Incas habrían enterrado en sus arenas parte del “Tesoro de Atahualpa” que era
llevada a Cajamarca para el rescate del
inca, quienes al enterarse que éste
había sido ajusticiado, procedieron a “enterrarlo” en dicho lugar. De allí que
los Incas lo convirtieron en una “huaca sagrada” para evitar su profanación y
saqueo posterior.
Finalmente hay versiones que señalan que algunos lugareños han encontrado objetos de oro en sus arenas,
en muchos momentos de la historia de Casma.
Prueba de mi última visita al Manchán (mi pobre mochila que tuvo que soportar el rigor del clima y el esfuerzo mio.) |
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