miércoles, 19 de septiembre de 2012

EL MANCHÁN.- Autor: Augusto Llosa Giraldo



EL MANCHÁN

(Una aproximación hacia su verdad)




Es una gigantesca y ondulante duna de arena que tiene la forma de una serpiente, ubicada  al sur- oeste de la ciudad de Casma, y su presencia está íntimamente ligada a la historia del valle, conforme lo reconoce por ejemplo Don Jaime López Raygada, en su famosa “Monografía de Casma”, entre otros escritores casmeños.

Sobre el Manchán se han tejido una infinidad de historias y leyendas misteriosas que se remontan a épocas inmemoriales; por ejemplo uno de los acontecimiento más saltantes que ha marcado a los casmeños de muchas generaciones, es el hecho que esta formación geográfica haya sido considerada por los lugareños como un lugar “encantado”, “maldito”, “embrujado”, que nadie podía siquiera acercarse, como dan fe nuestros ancestros.
Una de las leyendas por ejemplo nos dice, que en ciertas noches de luna llena, sale una hermosa mujer a bañarse en el río, cerca a  la curva que dobla por el Manchán, viste traje plateado y en muchas ocasiones a encandilado a hombres que atraídos por su belleza  cayeron en sus manos y nunca más los volvieron a ver.
Otra versión señala: que hay noches de plenilunio  que se puede  divisar al fondo del Manchán una “procesión” de hombres y mujeres que se desplazan en fila “india”  portando velas y cirios en señal de duelo.

En todos los casos, siempre hay de por medio una mujer, como aquella leyenda que señala, que un jovencito  lugareño cazaba camarones en la ribera del río, junto a su hermano menor, hasta que se le aparece una hermosa mujer mayor que él, que lo llama por su nombre y los acompaña  por un buen trecho del río, diciéndole que al día siguiente lo volvería a buscar. Así pasaron varios días hasta que desapareció sin dejar rastro alguno, los familiares lo buscaron hasta el cansancio, y sólo quedo entre ellos, los hechos narrados por el hermano menor.
Pasaron muchos años, hasta que un buen día regreso el  jovencito perdido, buscó a sus padres y los encontró, completamente ancianos, que en un primer momento no lo reconocieron, tuvo que convencerlos para que lo  aceptasen  entre ellos. Allí les contó lo que había sucedido, y les dijo que se había casado con una mujer muy bella y que vivían felices, pero que tendría que volver una vez que la sandalia de cuero que calzaba se acabará. Cuando llegó ese día, tuvo que retornar porque esa fue la promesa que le hizo a su esposa, que era la dueña del Manchán.

Se cuenta además, que en la curva  del Manchán, antes existía una laguna de aguas cristalinas, poblada de enormes camarones y peces de colores que nadie osaba siquiera tocar sus límpidas aguas.
Como una demostración palpable del miedo que causaba su presencia entre la población casmeña, la Iglesia Católica, tuvo que intervenir para combatir este “conjuro” o “maldición”. Por ello, la Patrona de Casma  “Santa María Magdalena” en su Fiesta jubilar del 22 de julio era llevada cada año en procesión hasta este lugar, por el camino antiguo que salía por Carrizal, acompañada de cientos de feligreses  que llegaban de todas partes del valle, en medio de cánticos y pedidos a  Dios para “calmar” la furia del Manchán.

Se comenta que muchos casmeños que se atrevieron a ingresar en sus arenas  desaparecieron, otros quedaron “locos”, o desquiciados…
Otra versión señala, que los Incas habrían enterrado en sus arenas parte del “Tesoro de Atahualpa” que era llevada a Cajamarca  para el rescate del inca, quienes  al enterarse que éste había sido ajusticiado, procedieron a “enterrarlo” en dicho lugar. De allí que los Incas lo convirtieron en una “huaca sagrada” para evitar su profanación y saqueo posterior.

Finalmente  hay versiones que señalan que  algunos lugareños  han encontrado objetos de oro en sus arenas, en muchos  momentos de la historia de Casma.


Prueba de mi última visita al Manchán (mi pobre mochila que tuvo que
soportar el rigor del clima y el esfuerzo mio.)







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